martes, 17 de febrero de 2015

¿Et si je ne suis pas aussi Charlie comme je pensais?


Seguimos recibiendo sufriendo muestras de que el terrorismo practicado por grupos islámicos radicales es un problema con el que vamos a tener que aprender convivir. Hoy por hoy en este mundo 
por practicar otra religión solo se mata en el nombre del Islam, los últimos, 21 coptos egipcios.

No es sencillo comprender algunas situaciones cuando no se han sufrido. En esta particular cuestión del terrorismo bien lo sabemos los españoles. Abundamos en el asunto de la difícil comprensión de lo no vivido constatando que, desgraciadamente, hay unos cuantos colaboradores de Charlie Hebdo a quienes ya no podemos preguntar si volverían a publicar la insensible portada firmada por Reiser de julio de 1980 (nº 503). Por cierto que en ella se reciclaba un concepto ya utilizado una década antes (nº 78 de 27 de julio de 1970). No es fácil pretender ser gracioso todas las semanas. Y aun menos ejercer eso que llamamos empatía.



Esta reflexión nos ha llevado a repensar que había detrás del famoso “je suis Charlie” que tantos hicimos nuestro. Sin duda, la defensa de un valor tan importante y, desgraciadamente, tan en retroceso en las democracias occidentales, como es la libertad de expresión. Pero quede claro que, al menos en nuestro caso, no iba incluido un cheque en blanco para la ofensa.

Es mas imposible que difícil para quienes tan poco sabemos del Islam ponernos en el lugar de los practicantes de esta religión con objeto de valorar hasta qué punto les ofende ver representado al profeta. Hablamos del perfil medio, lo que en esto ocurra con los radicales no nos interesa, nuestro mundo es incompatible con el suyo luego, melindres políticamente correctos aparte (uno de los agentes mas sibilinos en el anteriormente citado retroceso de la libertad de expresión), lo que procede es quitárnoslos de en medio. No somos compatibles sobre la Tierra.

Una vez que hemos dejado patente la limitación de nuestra capacidad de comprender el Islam (y todavía hay quien reniega de la enseñanza de la religión/es en las escuelas), no parece razonable que una trate de imponer a los no practicantes de la misma la prohibición de representar a un personaje histórico, máxime cuando se hace con el debido respeto. Y es que ya no es cuestión de los posibles excesos de Charlie, vean la portada de L´Express que fue censurada en 2008 en el “moderado” Marruecos. Y eso que el prestigioso semanario francés tuvo la precaución de velar en la edición para los países islámicos la imagen del profeta tomada de una manuscrito del siglo XVI.




Todavía tendremos que darnos un tiempo para comprobar si la redacción de Charlie Hebdo ha entendido correctamente la proclama “Je suis Charlie”, al menos en nuestra versión. Ciertamente un difícil ejercicio, quizá imposible en sentido estricto, porque caer en el exceso contrario también atenta contra nuestros principios.

Esto no puede verse en la CNN
Así que se nos hace insufrible la gazmoñería ecumenista por la que medios de comunicación tan importantes como la CNN rehusaron mostrar la portada posterior a los asesinatos, un elemento informativo relevante y entendemos que ofensivo tan solo para quienes buscan ser ofendidos. Así que volvemos a encontrarnos con otro claro ejemplo de los resultados de esa sutil amenaza a la libertad de expresión que algunos llaman corrección política.

Complicada cuestión que, cuando menos, debiera resolverse aplicando el principio de uniformidad. Si se entiende que hay que ser estricto en evitar las ofensas religiosas habrá que aplicar el principio a todas, porque no olvidemos que es la religión católica la que resulta el blanco habitual de las revistas satíricas europeas (si no se escandalizan con facilidad googleen “Titanic magazine”, una revista alemana, y verán a que nos referimos).

En fin, entre tanta sobredosis de simbolismos con lapiceros como denunciábamos en un post de hace algo mas de un mes nos ha llamado la atención una viñeta que hemos descubierto con cierto retraso. Nos referimos a la utilizada como portada del número de febrero de la revista feminista Causette que vamos a utilizar como colofón. Pero quede claro que, en nuestra modesta opinión, terrorismos ni con lapiceros.








Adenda 27/2/15: Algo nos hacía intuir que el concepto de la portada de Causette no era original. Por lo pronto hemos encontrado un antecedente firmado en 2012 por el ilustrador Carlos Latuff. No es difícil que haya versiones anteriores.





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