sábado, 5 de noviembre de 2016

Palabras de la 44ª


Islamofobia es el neologismo tratado esta semana en la sección que publica los martes el Centro Virtual Cervantes. En la misma Dª Ona Domènech da cuenta de que se trata de un término documentado en inglés y francés desde principios del siglo XX, aunque con un sentido algo diferente al actual. Curioso, pues, que el primer ejemplo de uso en español que cita sea de 1999. Algo anterior, de 1987, es la referencia mas antigua que hemos encontrado en la siempre útil hemeroteca Abc. Pero está claro que nuestro idioma se las apañó para vivir largo tiempo sin recurrir a la palabra cuya relativamente reciente popularización asocia la autora con los grandes atentados islamistas de comienzos de este siglo. Lo recordamos por medio de una portada del semanario The New Yorker pocas semanas posterior al 11-S.


Dado que la islamofobia, en su sentido actual, se considera una violación de derechos humanos, lo que resulta es que carecemos de un término para denominar el simple temor a la violencia que practica un sector del islam o el rechazo de algunas usos de esa religión, como significativamente es la muy severa discriminación de la mujer (y eso que nos gusta tener presente la magistral viñeta de Evans que adjuntamos). Larga parrafada requiere posicionarse frente al islam.



Pero de lo que cada vez estamos mas convencidos es de que se está desperdiciando una espléndida ocasión de organizar un concurso semanal de ilustraciones para la palabra elegida. Y es que la insertada el pasado martes, de pura sutileza, tiene su aquel (el enlace está en la primera palabra de este apunte).

El curioso título "Encopresis en traductores" que luce una mas bien espesa entrada de la sección "El Trujamán" de la web de Cervantes (CVC), que no vamos a tratar, nos invita a saltar al Laboratorio del lenguaje del Diario Médico. En el apunte del pasado domingo, Fernado A. Navarro se ocupa de la estructura anatómica conocida como hocico de tenca que ya había llamado nuestra atención en el octavo apunte de la serie "Animales que prestan su nombre".

El mismo autor se ocupó el miércoles de discrepar con Fundéu sobre el nombre correcto del concepto estadístico que el propone llamar escedasticidad. No entramos en tan técnico debate sobre un concepto de uso muy restringido.

Cuestión mas popular es la que abordaba ayer mismo José Ignacio de Arana en su entrada zarrapastroso que, sin embargo, se olvida de los aspectos lingüísticos que esperamos encontrar en ese blog.

Nos vamos a Fundéu que comenzó la semana proponiendo "filtración de correos" o el "caso de los correos" como alternativas preferibles a mailgate. Esta vez discrepamos. Con lo ingeniosa que estuvo nuestra policía en el famoso caso Gürtel. El siguiente paso podría ser pedir que se llame "Manchester Ciudad" al equipo que entrena Guardiola

Poco ajustado a la fecha se nos hace publicar el día de los difuntos un apunte dedicado a puntualizar que los nombres de las enfermedades se escriben en minúscula. Pero anotado queda al igual que las mayúsculas del Acuerdo de París. Y ya le podían echar un poco mas de imaginación los responsables mundiales a las ubicaciones de tales solemnes firmas, porque mira que acumulamos confundibles acuerdos y tratados parisinos, cuando no habría tal ambigüedad si se hubiera optado por alguna otra población. Imagínense, por ejemplo, lo sonoro que habría quedado Acuerdo de Lugones.

La quisquillosa semana de las gentes del español urgente continuó matizando que impagar no es lo mismo que no pagar o dejar de pagar. Pues vale. El jueves prosiguieron su pedagógica labor con una entrada dedicada a la escritura de supermanzana, un término sobre cuya historia, sin ánimo de interferir con los neologistas del CVC, bien podrían haberse extendido un poquillo mas. 

Y ayer finalizaron su semana laboral con la recomendación de llamar compromisarios y no electores a los 538 integrantes (electors) del Colegio Electoral que decide el presidente de Estados Unidos. Curioso sistema el aplicado en ese país que no siempre preside el candidato mas votado, último caso George Bush en el 2000. Una buena lección para tantos independentistas que no entienden que la democracia es un sistema esencialmente formalista.

También parece oportuno reseñar que trumpazo podría convertirse, con permiso del brexit, en el neologismo político del año en el que en nuestra España no lo ha sido el tan cacareado sorpasso.

Otros inventos lingüísticos que hemos encontrado por ahí son el "perrhijo" al que ha se ha dedicado un artículo en el suplemento Verne de El País o el facepalm que da nombre a uno de los nuevos emojis de Apple. Incesante trabajo para Fundéu.

En el citado Verne también se ha publicado una guía ilustrada para aprender a denominar con propiedad los diferentes tipos de nubes. Un trabajo que, seguramente, ya se tomaron con ustedes en la escuela sin demasiado éxito.

La bonanza climatológica ha dado bastante protagonismo a "veroño" cuando, tradicionalmente, nos bastaba veranillo para hacer referencia a estas tardíos episodios de buen tiempo. Como tampoco estamos muy seguros de que, intereses comerciales aparte, sea muy necesaria la palabra multicóptero para diferenciar el artefacto volador que pueden ver en clicando el vínculo anterior.

Ya para terminar, consignar que hemos encontrado una noticia sobre los hackathons, encuentros de programadores para resolver de forma colaborativa un problema técnico, mientras que Mario Vargas Llosa echó mano en su artículo El ciudadano rabioso de la palabra wutbürger creada por el periodista alemán Dirk Kurbjuweit con el significado que el escritor peruano nos traduce en su título.

Pues el miércoles sabremos como están de rabiosos los norteamericanos.




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