domingo, 9 de octubre de 2016

Zapatos y champán



Vamos a dar cumplimiento al condicional compromiso adquirido ayer. Lo que comenzamos apuntando que, aunque se dice que es una costumbre ya practicada en el siglo XIX, por ejemplo en la Rusia de los zares, la primera referencia concreta sobre el consumo de champán en un zapato de la que se tiene constancia es la que habría tenido lugar en un lujoso burdel de Chicago llamado Everleigh Club. Una escena de la que daba cuenta Charles Washburn en su libro de “Come into my parlor: a biography of the aristocratic Everleigh sisters of Chicago” (Knockerbocker Press, 1934) que sido popularizada por Karen Abbott al recogerla en su “Sin in the Second City: Madams, Ministers, Playboys, and the Battle for America's Soul” (Random House, 2007).

El episodio se sitúa en una francachela que habría tenido lugar el 3 de marzo de 1902 con motivo del viaje a  Estados Unidos de Enrique de Prusia, el hermano el emperador Guillermo II de Alemania. En el curso de la fiesta celebrada en el entonces muy famoso club de Chicago regentado por Minna y Ada Everleigh, una de las pupilas conocidas como "Everleigh butterflies" que hay quien identifica con el nombre de Vidette, no está del todo claro si perdió accidentalmente o lanzó un zapato mientras bailaba encima de la mesa. El inesperado proyectil fue a dar contra unas botellas con el resultado de que se derramara algo de champán sobre el mismo. El juerguista más próximo al impacto, un tal Adolphe según la crónica, tuvo la ocurrencia de beber su contenido tras proclamar un desmesuradamente cortés “la dama no debe mojarse los pies”. Y acto seguido se lo lanzó de vuelta a la danzarina mientas otro asistente gritaba ¡que siga el baile!

¡No, fuera los zapatos!, replicó un no identificado tercero mientras despojaba a su acompañante de uno de los que calzaba para pedir acto seguido a un camarero que lo llenara de champán. Un gesto que el resto de asistentes imitó para culminar con un triple brindis por el ilustre visitante alemán, por el ausente kaiser y por todas las mujeres bellas del mundo.

Inevitablemente algunos de los allí presentes decidieron recrear posteriormente el numerito convirtiéndolo en un extravagante ritual festivo que no tardó en tener imitadores de todo tipo, de millonarios a conserjes en palabras de Washburn. El original en inglés de su libro, cuyo capítulo VII “The Prince And The Slipper” está dedicado a este episodio, está disponible en el siguiente enlace.


La primera recreación cinematográfica de ese ritual de la que tenemos noticia es la incluida en la película de Victor Fleming “The Wet Parade” (1932) que en España se tituló “Alcohol prohibido”. Una moralista historia sobre los males provocados por la bebida basada en una novela homónima de Upton Sinclair. Vean la escena:



Otra muestra de lo conocido de esa práctica es que no faltó su reproducción en alguna portada de revista, como es el caso del adjunto número de enero de 1937 de la titulada "French Night Life Stories" o la de Gent de dicembre de 1959.


No era difícil que la cosa prendiera en el receptivo ambiente de Hollywood y hay múltiples reseñas de actores bebiendo el champán de esa manera, pero la primera mujer de la que, además, hay constancia gráfica es la actriz Tallulah Bankhead.
Tras su llegada a Londres en 1951, durante la rueda de prensa que celebró en el Hotel Ritz ejecutó ese ceremonial como bien testimonian las fotos que puede verse más abajo. Un hecho que dio pie a que años después el prestigioso establecimiento creara un cóctel llamado The Tallulah que se sirve en un Louboutin de cristal. Una peculiar copa que también comercializa la bodega Piper Heidsieck junto con una botella de su champán en un conjunto denominado “Le Rituel”. Por unos 400€ pueden darse el gusto (1).


Cuando se trata de una celebración realizada en la filmación de un película que cuenta en su guión con un zapato de cristal la cosa resulta casi inevitable. Vean a continuación a Julie Andrews durante el rodaje de Cenicienta (1957). A su lado el actor húngaro Mickey Hargitay durante el festejo de su boda con Jayne Mansfield en 1958.

 

En tiempos recientes el episodio más famoso ha sido el protagonizado por Quentin Tarantino y su musa Uma Thurman que lo ejecutaron a dúo en un homenaje al director celebrado en 2010 (más detalles, en inglés).

Vamos a contraponer esa imagen con una versión hispana. Y qué mejores protagonistas que Rocío Jurado y el bueno de Pedro Carrasco que no decía que no a nada que le propusiera su amada esposa. Las imágenes son del festejo por el triunfo de la chipionera en 1985 en el Teatro Monumental de Madrid.


No les agotamos porque hay muchos ejemplos. Así que pasamos a reseñar la existencia de un grupo de pescadores australianos llamada Mad Hueys que pasó en poco tiempo de hacer unas identitarias camisetas para la peña a crear un millonario negocio de ropa. Y es a ellos a quienes los australianos como Ricciardo suelen atribuirles la ocurrencia de cambiar los elegantes zapatos por zapatillas deportivas. Y el champán por cerveza, un detalle que suelen pasar por alto. Se desconoce su estado etílico en aquel momento.

La adjunta imagen, que es de noviembre de 2014 (enlace a la noticia protagonizada por el hermanastro de las Kardashian), pone de manifiesto que en Australia es una práctica con cierto grado de popularidad hace ya algún tiempo. Pero, todo hay que decirlo, en cuanto a ejemplos bien documentados todavía es anterior el del concierto celebrado en Suecia por Pearl Jam (28/6/14) en el que su cantante Eddie Vedder dio un trago de vino en la zapatilla que le había lanzado una fan. De aquello hay hasta video.



Solo faltaba algún evento que diera eco mundial al asunto y ahí apareció el pasado mes de junio el corredor de motos Jack Miller en el Gran Premio de los Países Bajos de Moto GP. Tras ganar contra todo pronóstico (su segundo mejor resultado del año es un 7º puesto) optó por esa celebración que ya tiene entrada en la Wikipedia. La misma forma de catar el ritual champán del podio que el también aussie Ricciardo difundiría aun más en agosto tras quedar segundo en el GP de Alemania de F1.

Ya en septiembre fue Valentino Rossi quien optó por esa celebración tras ganar en San Marino, así que, desbordado el círculo de los deportistas australianos, hay evidente riesgo de pandemia. Ya saben que en estos casos no importa el qué, por memo que sea, sino el quien lo hace.

Si al menos alguien fuera capaz de meter en el juego alguna noble causa como ocurrió con el icecube...




(1) Más barato sale perfumarse con el stiletto en que acaba de lanzar Carolina Herrera su perfume Good Girl.



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