sábado, 30 de julio de 2016

Palabras de la trigésima semana con un pequeño surtido de "kilómetros 0"



Curiosa coincidencia que habláramos el jueves de algunas siglas convertidas en marcas con nombre de animal (AVE, CAT, SAPO, CIGALES,….) y el día anterior Fernando A. Navarro colgara en el Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico un artículo titulado Síndrome SAPHO, en el que repasaba algunos usos médicos de acronimias más o menos forzadas.

Ahí encontrarán SIESTA (Snooze-induced excitation of sympathetic triggered activity) o TORPEDO (Thrombus obliteration by rapid percutaneous endovenous intervention in deep venous occlusion). Pero la que se repasa con más detalle es SAPHO (syndrome acné pustulose hyperostose ostéite, o sea, síndrome de acné, pustulosis, hiperostosis y osteítis), de la que nos cuenta como sus acuñadores franceses se sacaron de la manga un quinto signo para conseguir que el juego también funcionara en inglés. Coincidimos con el autor en que, a veces, realmente lo estudiado parece ser lo de menos y lo importante es que la sigla quede bonita.

El Martes Neológico estuvo dedicado a "kilómetro cero", un artículo en el que Juan Manuel García Platero da cuenta de su creciente uso metafórico. Esto es lo que ocurre, por ejemplo en los automóviles que, teóricamente, solo han rodado para ser colocados en la exposición de un concesionario. Pero ya se sabe que las metáforas no son ciencia exacta, así que ojo.

Asimismo da cuenta de que el llamado "slow food" también hace uso del concepto "kilómetro cero" para enfatizar la importancia que esa cocina quiere dar a los proveedores locales. Pero da al impresión de que la cosa se ha cargado bastante de postureo. Si tienen la paciencia de leer la prolija normativa que da derecho a poner un caracol en la puerta de un restaurante (enlace) verán que basta con que tenga en su carta 5 platos con no menos de un 40% de ingredientes producidos en un radio de 100 km.

Añádanse algunos requisitos de compra de productos vinculados a los propietarios de la gastronómico-gasterópoda marca y verán que esto es un negocio como otro cualquiera, con su correspondiente marketing. El que en este caso ha inducido a comprar a las gentes del Cervantes ¡3 citas sobre tan específico como mercantil uso! Y rematadas con una lapidaria frase final: la reivindicación de lo natural y de lo propio y la toma de conciencia de los desmanes ante una naturaleza cada vez más herida justifica este uso.


Otro día habrá que volver sobe ese tópico de la naturaleza cada vez más herida que hace tiempo que en muchos lugares ha dejado de ser cierto gracias a los, ciertamente costosos, esfuerzos que se están aplicando.

Por cierto que, en nuestra opinión, la ilustración del artículo pedía un kilómetro cero un poco más famoso. Y si les parecía muy tópico el de la Puerta del Sol, que no nos resistimos a insertar, bien podían haber escogido algún otro de la colección del siguiente enlace donde encontrarán símbolos tan curiosos como el un tanto vulvar de Budapest o el imponente de Kiev.

 

Sepan que este kilométrico concepto también tiene un artículo en la Wikipedia. Y según es habitual cuando se buscan ilustraciones en esa enciclopedia, resulta interesante repasar las versiones en varios idiomas. En la inglesa podrán comprobar que el más soso del mundo posiblemente sea el de Taiwan.

Ahora bien, para coñones los gallegos, que han colocado un km 0 en el fin del mundo. O sea, en el Cabo Finis-terre. Y luego hay quien se sorprende de como está manejando Rajoy estoy de la investidura. Ya ven que por aquellas tierras el fin del mundo es el punto de partida.

Pero nosotros somos Vetustideces y no podemos dejar de traer el de Oviedo que, además, da nombre a una contundente taberna próxima que poco tiene que ver con esa cursilería del slow food.

Foto de Streetview cuyo filtro de anonimización ya se ve
 que confunde barriles con caras.
Cambiamos de tercio. En Verne tocaron palabras en desuso comenzadas con la o y nos propusieron trece. Ojienjuto (que no llora fácimente) nos ha invitado a salir en busca de otras con el mismo prefijo, y hemos encontrado ojialegre, ojizaino (que mira con malos ojos) y el un punto cruel ojituerto (bisojo). Y si de colores se trata tenemos ojigarzo y ojizarco para los azules, ojimoreno para los mas comunes en este suelo ibérico y ojiprieto para los casi negros.

Sobre la ilustración de Luis Demano de la palabra ocal (dicho especialmente de algunas frutas, como la pera y la manzana: muy gustosas y delicadas) cabría prevenir al autor de que no abuse de que publica en El País. Eso lo hace en La Razón y se gana unos cuantos tuitazos por machista.

Nos vamos a Fundéu, que también ha tenido su neologismo. El, en nuestra opinión, bastante innecesario apartaestudio, que poco aporta sobre el mas conciso estudio. Pero los hablantes son soberanos y parece que en América está pegando.

El martes nos dieron cuenta del cambio de significado que está sufriendo la palabra vendehúmo desde el casi en desuso recogido en el Diccionario, ‘persona que ostenta o simula valimiento o privanza con un poderoso para vender su favor a los pretendientes’, al actual, que se aplica a quien hace propuestas sin fundamento, utópicas o ilusorias. Se nota que la política lo impregna todo. Haya humo negro para muchos de ellos.

Prosiguieron los de Fundéu con una entrada sobre la tilde del nombre de la sede de la inminente Olimpiada. Un recordatorio al que el jueves añadieron otro sobre el uso de mayúsculas y minúsculas al escribir sobre la Guardia Civil.

Y remataron su semana laboral con unas aclaraciones sobre el uso del adjetivo presunto, aunque les hemos visto poco críticos con su abuso. Ese que nos lleva a escuchar con frecuencia que alguien está "acusado de un presunto delito". Si su situación es la de imputado es evidente que el delito es presunto conforme al principio jurídico que rige la legislación de todos los países avanzados, luego puro pleonasmo.

Para finalizar, les aconsejamos que se dejen de lenguaje por un rato y lean el esclarecedor análisis que publicó Manuel Conthe el pasado martes en su "Sueño de Jardiel" con el título Retos estructurales de la economía española. Comprueben que la lucidez no es de izquierdas ni de derechas, solo es cuestión de honradez intelectual y método científico: observar qué funciona por esos mundos y qué no.






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