viernes, 8 de abril de 2016

La ingrata futurología tecnológica



Las revistas tecnológicas, y ocasionalmente también las de divulgación, han jugado con frecuencia a imaginar el futuro. Un seductor asunto que ya hemos tocado en un apunte de 2014. Y es curioso constatar como en el siglo pasado el énfasis casi siempre se ponía en la aerotransportación y rara vez en el advenimiento de los dispositivos de comunicación personal, que son los que están introduciendo los mayores cambios en nuestra forma de vivir.

Una de las claves quizá resida en la incapacidad de los visionarios de turno para predecir el enorme proceso de miniaturización que ha conseguido la industria. Véase, por ejemplo, como se imaginaba la edición francesa de la revista Meccano, en un momento tan avanzado del siglo como 1958, un dispositivo espacial de transporte personal. Se lo mostramos comparado con el realmente utilizado por primera vez tan solo 26 años después por el astronauta Bruce McCandless. Un hito espacial que tuvo lugar durante la misión STS-41B del Challenger en el orwelliano año de 1984 (enlace a un excelente artículo sobre esa misión). 

 

Está claro que no era fácil anticipar la drástica reducción de tamaño de los propulsores, pero el duro contraste con la realidad suele acabar por llegar. Aunque no siempre, ojo, que menudos irrealizables  inventacos se han visto en las revistas.

Y así es que casi inevitablemente hemos dado con la ya mencionada fijación con los dispositivos voladores. Nada menos que en 1901 el semanario francés “L´Assiette au beurre” dedicó su número del 14 de diciembre a esa cuestión. Entre las pintorescas escenas imaginadas por el dibujante Albert Guillaume que están accesibles en los archivos online de la Biblioteca Nacional de Francia (enlace), queremos destacar una delirante corrida de toros aérea (course aero-tauro-mobile). Otro día volveremos sobre las referencias a España realizadas en esa publicación, entre las que no faltan algunas otras de temática taurina, pero esta es nuestra clara favorita. Cuantos miedos le habría ahorrado a unos cuantos poder matar toros así.




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