domingo, 3 de enero de 2016

Decíamos poco más de anteayer



Lo que presumimos de haber anticipado, concretamente el día de fin de año, es que el atacadismo (o afluenza si les va más el spanglish) venía fuerte. Porque una variante de esa irresponsable actitud vital es la que afecta a muchos deportista y, en particular, a los que se dedican al fútbol quienes suelen incubarla ya pasada la adolescencia. Un fatal cóctel de falta de madurez y formación combinadas con exceso de dinero y adulación. 

Y como fruto de ello ahí tenemos, por ejemplo, al colombiano James huyendo de la policía a 200 km/h para ir a refugiarse en la finca del tito Florentino. La prensa hablaba de un posible delito contra la seguridad vial cuando nos parece más grave la flagrante resistencia a la autoridad que concurre. En otro país este memo habría salido esposado camino de la comisaría.

Pero ya se sabe que aquí los perjudicados por el fraude fiscal de Mesi van a aplaudirle a la salida del juzgado.  Y eso mientras Benzemá sigue deshonrando el escudo de un equipo español cuando en Francia no le dejan lucir el de su país. Pero, a fin de cuentas, hasta el propio R. Madrid hace lo propio al falsificar sin rubor ese escudo para vender más camisetas en los países árabes, algo que ya hemos documentado hace algo más de un año en el apunte “El increíble todo por la pasta del R. Madrid”. Esa España vergonzante que han creado los florentinos de turno.

Y entretanto las noticias de la tele pública informándonos puntualmente de que el francés se ha retirado muy dolido de un entrenamiento. No fuera malo que así fuera si su equipo y compañeros tuvieran un mínimo de dignidad, pero el francés tan solo se ha retirado dolorido, aunque el analfabeto de turno no sepa distinguirlo.



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