miércoles, 6 de enero de 2016

Una pequeña gran exposición



Ocupa poco mas de 200 m², de ahí lo de pequeña, máxime en ese inmenso, o mas bien excesivo, equipamiento cultural que es Matadero Madrid. Probablemente el mayor del mundo de carácter no museístico. Tenemos que indagar un poco mas sobre este posible récord.

Pero “Noche de Luz”, que así se ha llamado la muestra de belenes que hoy concluye, es de lo mejor que se ha visto últimamente por la capital de España. Una exposición que congrega algo mas de dos centenares de “nacimientos” procedentes de todas partes del mundo. Y tan solo es una pequeña parte de la colección de mas de 3.500 que ha ido formando a lo largo de 40 años Antonio Basanta, el director de la Fundación Germán Sánchez Rupérez.

Una espléndida lección de etnografía que permite apreciar la muy diferente manera en que un mismo concepto ha sido representado desde diferentes claves culturales. No es necesaria ninguna disposición religiosa para disfrutar de ella, solo ganas de saber mas de los demás. Fíjense que nosotros etiquetamos la entrada como clichés, esas variaciones que sobre un concepto que tanto nos gusta analizar.

Y solo el sectario embrutecimiento de algunos dirigentes permite entender que esto no haya sido expuesto en el centro de Madrid, por ejemplo en alguno de esos pavorosos espacios vacíos del vergonzosamente infrautilizado palacio de Cibeles.

Vamos a la sustancia. Recibe al visitante, ya durante muy pocas horas, una pieza de origami japonés situada próxima al llamado “Belén de tronco lavado” procedente de Laos que nos aanticipan la diversidad que va a marcar el breve pero intenso recorrido.



De Portugal proceden piezas hechas con corcho o conchas, de Perú lata o barro calado, de Filipinas papel enrollado y de México hoja de maíz o simple paja trenzada. Como no nos han dejado tomar fotos, ¡qué manía!, tomamos prestadas algunas imágenes  de la web “Planes con hijos” donde todavía encontrarán unas cuantas mas.


Tampoco falta algún abigarrado “árbol de la vida mexicano”, un país que también ha subido a la sagrada familia en coche, ¡y sin cinturón!, no sería raro que haya sido obra de algún frustrado defeño, del mismo modo que en algún otro no especificado lugar el modesto vehículo elegido ha sido una bicicleta.



Hasta las mas convencionales piezas de belén italiano incluyen un regio elefante de imponente aspecto, pero para ver el gran belén napolitano patrio hay que acercarse hasta el Palacio Real (que exhibe el llamado del Príncipe hasta el 10 de enero; enlace a una selección de sus piezas). 

Nos estamos alargando, así que vamos a terminar con dos piezas que nos ha parecido especialmente pintorescas, el “Belén de cuellos largos” de Bolivia y el conmovedor “Belén de la humildad” de Portugal.


Y si hubiera algo mas de humildad, el año que viene podríamos ver estas u otras piezas de la espléndida colección en un emplazamiento mas fácilmente accesible para el público. Difícil, porque la ira es un implacable carcelero de quienes viven apresados en la miseria moral.






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