miércoles, 16 de septiembre de 2015

Animales que prestan su nombre (III)


Comenzamos esta tercera entrega con reptiles. Aunque la primera acepción que da nuestro diccionario al diminutivo culebrina es un meteoro eléctrico que nosotros nunca hemos oído nombrar, estamos dispuestos a dar una oportunidad al verboso Rasero. Pero el uso mas común del término es para designar una antigua pieza de artillería alargada y de mas bien pequeño calibre en las versiones más utilizadas. También tiene cabida en nuestro diccionario, y además con cuatro acepciones, el aumentativo culebrón que empleamos habitualmente para referirnos a inacabables telenovelas y sus, a veces, aun mas melodramáticos trasuntos en la vida real. 


Culebra es un nombre alternativo del mas comúnmente llamado serpentín, ya se ve que ambas opciones comparten origen. Este es el tubo de forma espiral que sirve para facilitar el enfriamiento de los destilados producidos en los alambiques. También hubo una pieza de artillería que recibió ese culebrero nombreal igual que otra similar llamada falconete derivada del falcón. Al parecer todas ellas denominaciones asociadas a las distintivas decoraciones que lucían esas piezas artilleras.

También da nombre a un arma un derivado de la modesta mosca que asímismo nos sirve para referirnos tanto al dinero o bienes en general como al pelo que se deja crecer bajo el labio inferior sin llegar a forma perilla. Y es que el llamado mosquete tomó su nombre del diminutivo moschetto que aplicaba el italiano a las balas que disparaban esas armas de avancarga. Los soldados encargados de su uso, los mosqueteros que prestaron su nombre a la guardia real francesa, siguen presentes en el lenguaje actual gracias al genio de Alejandro Dumas


La denominación de la uva moscatel y su derivado vino dulce nos habría llegado, en cambio, a través de la denominación catalana del moscón (moscatell) que se complace al merodear las viñas haciendo aprecio de la dulzura de ese fruto.

Nos vamos a los anfibios entre cuyas especies damos uso por extensión al diminutivo ranita como prenda de vestir de una sola pieza que deja al descubierto las piernas de los bebés. También tenemos la ya poco utilizada estufa conocida como salamandra, un calefactor sosamente definido en el diccionario como “especie de calorífero de combustión lenta”. Su nombre procede de la creencia de que esos anfibios podían vivir en el fuego, así como extinguirlo, pero en nuestra opinión lo hace a través de una denominación de marca como enseguida documentaremos.

El citado mito es la causa de que las salamandras aparezcan representadas entre llamas en algunos escudos heráldicos, significativamente en el de la ciudad francesa de Le Havre. Ese animal también fue el emblema del rey Francisco I con la divisa “Nutrisco et extinguo” (“alimento y apago”) por lo que no es difícil encontrarla representada en algunos de los mas famosos castillos de Francia. El ejemplo que sigue es de Azay-le-Rideau.


En Francia la salamandra fue una marca registrada utilizada desde 1889 por la sociedad E. Chaboche hasta su liquidación en 1953. Y no es improbable que en la misma esté el origen del uso de ese término como denominación genérica de ese tipo de estufas.

Junto a estas lineas podemos ver un anuncio publicado en Abc en 1924 por la fumistería (tienda o taller de cocinas o estufas) Vallés. En el mismo se advierte sobre el papel identificador de la marca que ejerce la salamandra representada en relieve sobe la puerta. La vemos con mas detalle en una imagen del elegante modelo Luis XVI.


Junto a estas líneas también puede verse el espléndido cartel anunciador en el que el emblema de esa casa derrota al invierno.

Como última ilustración hemos insertado una imagen tomada de un catálogo de Chaboche de 1938 que ponía su salamandra en relación con la de Francisco I. Ambas imágenes procede de la espléndidamente documentada web de Arnauld Divry donde se repasa la historia de ese fabricante galo.



Para finalizar vamos a recordar que la denominación salamanquesa que también se da a las lagartijas 
es una alteración de la palabra salamandra a la que el vulgo atribuía poderes maléficos. Un término posiblemente influenciado por el nombre de la Universidad de Salamanca que el vulgo sospechaba era sede de actividades nigrománticas. Curiosamente, hacer lagartijas es la simpática expresión utilizada en varios países de América para referirse a lo que nosotros llamamos hacer planchas, si bien cada vez hay mas gentes afectadas que dicen que lo que hacen son push-ups. Allá ellos.





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