domingo, 30 de agosto de 2015

¡Cuide esa lengua!



No, no vamos a contarles el chiste que incluye nuestro título en su diálogo. Ese aquí.

Una de las cosas que decididamente no se han hecho bien en la lucha contra Eta es la batalla propagandística, un frente de gran importancia en toda contienda. En particular, siempre nos pareció una absurda prestigiadora concesión al enemigo la imitación del lenguaje militar que gustaba emplear la banda. En la jerga habitualmente utilizada siempre nos molestó la utilización de palabras como comando para denominar a las células terroristas. Grupos o, ya puestos, grupúsculos de sicarios habría sido suficiente y muy apropiado.

Hay que reconocer que esa viciosa práctica partió del propio lenguaje de los responsables de la lucha antiterrorista que fue acríticamente propagado por los medios de comunicación. Además, aquellas crónicas se trufaron de innecesarisos presuntismos, un vicio que sigue fuertemente asentado,  y de un timorato uso de palabras como asesino y asesinato. Cuantos servidores públicos simplemente fallecían según algunos bienintencionados medios. Y una casi inevitable contrapartida era el uso de un lenguaje bastante romo, poco heroico si se quiere, para narrar la abnegada labor de tantos miembros de las fuerzas policiales.

Lo malo es que ese vicio que fustigamos parece seguir sólidamente instalado en algunos subconscientes, alimentado sin duda por la pobreza léxica que muestra un considerable sector del periodismo actual. Antes de ponerse corporativos denle una pensadita al asunto sras. y sres. profesionales de la comunicación.

El caso es que tenemos que reconocer que hoy nos ha dado un respingo cuando leíamos el siguiente titular en el diario El Mundo:

Movidos por la curiosidad nos fuimos a ver el video inserto en la noticia y tenemos que manifestar que no vimos en el mismo agentes particularmente amedrentados. Mas bien nos admiró la serenidad con la que los guardias civiles, algunos de cuyos agentes parece que resultaron heridos, soportaban un acoso ante el que muchas otras policías del mundo ya habrían echado mano a las armas.

Amigos periodistas, a ver que tal les parece utilizar la próxima vez un titular mas descriptivo de lo que realmente estaba pasando, o sea, mas centrado en la acción o causa que en la reacción y, de paso, evitamos una fea cacofonía
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