miércoles, 23 de julio de 2014

Otro manifiesto que, ¡oh cielos!, coincide en algo con Podemos


Hablábamos el pasado miércoles del “Manifiesto de los libres e iguales” que compartimos por más que vertiéramos alguna crítica que esperamos hayan valorado de espíritu constructivo. Pero "manda huevos" que haya que hacer un manifiesto para pedir que se cumpla la ley. Si quieren hacer un poco de seguimiento de la polémica que ha generado, en la entrada del blog de Santiago González titulada "Guerra de manifiestos" tiene un buen número de enlaces a las contribuciones de unos cuantos participantes en esa contienda. Tal y como nos temíamos, abunda la descalificación por el "made in Faes".


El caso es que esta cuestión nos ha hecho reparar en otra declaración que igualmente apoyamos. Nos referimos al “Manifiesto de la Dignidad” promovido por Covite que, en última instancia, ¡vuelve a "mandar huevos"!, propugna lo mismo, que se cumpla la ley.

Lo curioso es que este texto comienza diciendo “El terrorismo de ETA tiene unas causas políticas –la imposición de unos objetivos políticos nacionalistas– y, por tanto, unas consecuencias políticas y sociales que se derivan de dicha motivación política”. Es notorio que unas palabras similares pronunciadas por Pablo Iglesias en su controvertida comparecencia en el Palace levantaron considerable polvareda. Hasta el recién citado y enlazado Santiago González ha estado últimamente bastante obsesionado con el asunto. En el apunte titulado “Pablo en el Ritz” se preguntaba retóricamente “¿Qué decir de la melonada de que “el terrorismo ha producido un enorme dolor en nuestro país, pero también diría que tiene explicaciones políticas...?

O sea, que en el manifiesto de Covite es asumible pero en boca de Iglesias una melonada. Pues claro que ETA tiene motivaciones políticas, menuda perogrullada, pero, por alguna razón, el fenómeno Podemos está obnubilando demasiadas mentes. Resulta especialmente significativo el caso de Esperanza Aguirre que lleva una temporada dando muestras de una notable falta de cordura, cuando su en ocasiones “pepitogrillístico” sentido común era uno de sus rasgos identitarios. El que la convirtió en verso suelto de un desnortado PP.

Mientras que en Podemos bien podrán decir eso de “ladran, luego cabalgamos”, los sesudos analistas de la derecha han adoptado una estrategia que parece concebida para engordar el vehículo del descontento en que se ha convertido esa emergente fuerza política. Será tan difícil preguntarse ¿qué nos están pidiendo los ciudadanos cuando votan el tan disparatado como inaplicable programa de Podemos? Máxime cuando la respuesta es tan sencilla: que cumplan sus programas en lo sustancial, que redignifiquen la política, que limpien sus casas, que aparten a tanto advenedizo que está ahí para servirse. Incluso sería soportable que no le dieran una patada en el culo a unos cuantos de los inútiles que se han enquistado en los partidos a modo de nefastos tumorcillos con tal, eso sí, de que se constate que no provocan metástasis.


Ya metidos en la metáfora oncológica tenemos que decir que a nosotros Podemos nos gusta seguramente tan poco como la quimioterapia a los enfermos de cáncer, pero con el actual estado del panorama político tendemos a pensar que son tan necesarios como el penoso tratamiento. Lo malo es que en este caso hay una terapia alternativa, pero el PP no está dispuesto a aplicarla porque saben que esa va a causar efectos sobre sus órganos en vez de sobre los de los administrados. Los pupas por definición.

Y todavía se atreven a decir que están ahí para servir al común.



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