jueves, 24 de abril de 2014

(No me) toquen a Gabo

No me toquen a Gabo 
(título original que la tecnología de blogger se niega a transcribir en el espacio reservado al efecto)

Tenemos que reconocer que hay dos datos sobre la obra de García Márquez que nos gustaría conocer. A saber, cual es el porcentaje de los hablantes de español, allá los que tengan que leerlo traducido, que se ha enfrentado a la lectura de “Cien años de soledad” y cuántos de ellos la han finalizado dignamente. Entiéndase sin saltarse muchas páginas (los problemas de hipoxia en los párrafos eventualmente leídos en voz alta no cuentan). Sincérese amigo lector, ¿en qué Aureliano empezaron a pegársele las páginas al pasarlas? ¿Es vd. de los que se sienten capaces de soltarle al rey desnudo que se le ven los cataplines?

No es mal ejemplo ese libro de que la cultura "que farda" es bastante elitista. Por ello, una cierta dosis de pragmatismo hace bastante desaconsejable incluir la más conocida de las creaciones de Gabo en la lista de lecturas recomendadas a nuestros escolares. Nada impide que lo lean los que lo hagan por convicción propia siguiendo los consejos que estimen convenientes. Y en la edad adulta ya se verá. Lo demás, excepción hecha del obligado conocimiento de su brillante inicio, es matar la ya muy decaída afición de los jóvenes a la lectura. Cabe decir que el "realismo mágico" guarda alguna similitud con los estupefacientes que no les fueron ajenos a parte de sus creadores, hay que tener cuidado con la dosis.

Cuando el ambiente sigue impregnado del aroma de los floridos homenajes (amarillos, por favor) es reseñable que, aun dejando claro que es de pésimo gusto convertir las necrológicas en ajustes de cuentas, casi todas las que hemos visto destilan un espíritu absolutamente acrítico con la desvergonzada posición intelectual del escritor respecto a las dictaduras filocomunistas y, en particular, frente a la cubana. Cierto que los más forofos reconducen la cuestión a una amistad con Fidel Castro, algo que no cambia mucho las cosas. No encontrarán ninguna mención a Cuba en su discurso de aceptación del Nobel (anímense, es cortito) que incluye sucedidos de numerosos países hispanomericanos. Al menos no se coloca a los barbudos junto a Roldós y Torrijos, los fallecidos en accidentes aéreos, o Salvador Allende, proclamarán los defensores del posicionamiento del colombiano. Una enfermedad esta del maniqueísmo frente a las dictaduras que cursa muy mal en la intelectualidad de izquierdas. Mucho nos tememos que se trate de una dolencia incurable.

Así las cosas, no eran tantos los candidatos a discriminar entre el gran Gabo-escritor y el menor Gabo-intelectual. Por su brevedad les recomendamos que alimenten su espíritu crítico con el apunte realizado en Abc por la siempre valiente Edurne Uriarte.  Añadamos que también es muy recomendable que sigan el enlace al artículo de la periodista Salud Hernández-Mora quien, además, pone de manifiesto el buen gusto de mostrar su preferencia por “El general en su laberinto”. Interesante lectura para los ignorantes que se autoproclaman bolivarianos como el irónicamente apellidado Maduro y sus represores secuaces.

Aunque no se sientan capaces de compartir lo que escriben estas damas no es difícil que esas lecturas lubriquen algo su pensamiento. En el sexo funciona.



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