sábado, 29 de marzo de 2014

Tabaco y censura (I)


La tentación de comentar algunas cuestiones de actualidad ha demorado la publicación de la que estaba destinada a ser inmediata continuación de la entrada dedicada el pasado domingo a la presencia de cigarrillos en las portadas de las revistas. Abordamos ahora, en dos capítulos, la actuación de la censura sobre las imágenes de fumadores.

Habitualmente asociamos la censura gráfica con el sexo, un asunto al que ya tenemos dedicado un apunte del pasado mes de agosto (que, por cierto, es el más visitado de este blog, so pillines) y, en menor medida, a la violencia. Sin embargo, una consecuencia de la ascensión en las escala de valores al uso de los hábitos saludables es la creciente censura de las imágenes que no se ajustan al canon no fumador. Comparen las versiones del cuadro de Norman Rockwell concido como “100th Year of Baseball” publicadas en The Saturday Evening Post el 8 de julio de 1939 y el 1 de julio de 1994. 

 
Pero no siempre ha sido esa saludable causa la que ha motivado la desaparición de los cigarrillos de las representaciones gráficas públicas. La que sigue es una manipulación de una imagen de Rita Hayworth realizada en en los años cincuenta, que nada tenía que ver con una inexistente precaución ante la posible promoción de un hábito poco salutífero. En este caso no cabe ver otra cosa que una intención moralizante. Una mujer en tan provocadora actitud no era apropiado que ocupara una portada  en la España de la época. Obsérvese que, adicionalmente, no solo se cubrió su desnuda cintura, sino que incluso se redujo la exigua porción de muslo expuesto. Todo un trabajito en la era anterior al Photoshop.


Poco o nula conciencia había entonces sobre los perniciosos efectos del tabaco. Recordemos, por ejemplo, que la campaña “más doctores fuman Camel que ningún otro cigarrillo” estuvo vigente en Estados Unidos hasta comienzos de los años cincuenta.

Un buen ejemplo de que actualmente no es difícil ver dar prioridad a la censura de tabaco frente a la de la “carne” es el del número australiano de Harper's Bazaar de mayo de 2010. En su portada aparece una ilustración de Lily Allen realizada por el artista David Bromley que respeta el pecho descubierto de la fotografía tomada como base creativa, pero suprime el cigarro que  la cantante británica sostenía en su mano durante la sesión fotográfica.


Así es que la presencia de un cigarro puede llegar a convertirse en un elemento de provocación, como puede comprobarse en el número  de julio de 2004 de Texas Monthly, cuya portada protagonizaba Kinky Friedman disfrazado de Alteza Real. Se daba prioridad a la autoimpuesta censura del feo gesto, bastante habitual por cierto en las portadas de las revistas (eso lo documentaremos otro día).

Uno de los primeros ejemplos de eliminación de un cigarrillo en busca de una imagen políticamente correcta, desde el punto de vista de la promoción de la salud, fue la realizada en la reedición de 1984 del sencillo “I want to hold your hand” de los Beatles. Una canción que en 1963 había sido lanzada como cara B de “I saw her standing there”. En aquella portada, Paul McCartney sostenía en su mano un cigarrillo que desapareció en la versión de los años ochenta.


De hecho, el año anterior el vaquero Lucky Luke había dejado de fumar, lo que le valió a su autor Morris (Maurice de Bevere) un reconocimiento público de la OMS algunos años después. Así que el sempiterno cigarrillo fue sustituido por una ramita con el curioso efecto de que en la reediciones de los libros más antiguos pueden coexistir en la portada ambas imágenes del personaje famoso por ser “más rápido que su propia sombra”.


Volvemos con los Beatles, porque el single "Real Love" lanzado en 1996, ya tras la muerte de John Lennon, en el que los otros tres miembros del grupo interpretaban esa canción de la que John solo había dejado una demo, se hizo utilizando como carátula una foto en la que se escamotearon nada menos que tres cigarrillos.


La componenda dejaba a Ringo Starr con una postura bastante artificiosa, por lo que en la portada de la recopilación realizada en 2005 de su etapa en Capitol Records se decidió amputarle (solo en la imagen) algunas falanges, para crear así un gesto supuestamente más natural. Juzguen vds. mismos.


A mediados de los años noventa el Servicio Postal de Estados Unidos también escamoteó un cigarrillo en un sello emitido en 1994 como homenaje a la leyenda del blues Robert Johnson. Su prematuro fallecimiento en 1938 a los 27 años de edad, propició que tan solo se conserven dos fotografías de este músico cuyo virtuosismo dio pie a una leyenda satánica. Y quién sabe por qué razón, la foto escogida para servir de base a la imagen del sello fue aquella en la que aparecía fumando. Una circunstancia que alguien decidió que debía ser corregida. Este es el resultado:


La retocada foto también fue utilizada posteriormente como portada de la recopilación del repertorio para guitarra de ese músico (edición de Hal Leonard, 2004).


El servicio de correos americano reincidiría en 1999 en la misma práctica, con motivo de la emisión de un sello dedicado al pintor Jackson Pollock. Una pieza filatélica en la que el artista aparecía desprovisto de un cigarrillo claramente visible en la foto que se tomó como base para esa grafía. 


Algo más discreta fue la actuación en la emisión de 1995 del sello de James Dean, perteneciente a la serie “Leyendas de Hollywood”. En aquella ocasión, de donde tuvo que suprimir el cigarrillo el ilustrador Michael J. Deas fue de su versión de la fotografía de Roy Schatt incluida en el pliego filatélico en la que la estrella de cine caminaba fumando.


Uno de los personajes históricos cuya imagen está más asociada a los puros es Winston Churchill. Ello no le libró de ser desposeído de uno de ellos en una de sus más conocidas fotografías. Una instantánea en la que aparece haciendo su característico gesto de victoria, imagen que fue utilizada utilizada en la fachada de “Britain At War Experience”, una ya clausurada instalación museística  londinense que reproducía las condiciones de vida de los británicos durante la Segunda Guerra Mundial.


Esa exposición estaba orientada al público familiar y el acceso del público infantil a las imágenes, precisamente ha sido una tradicional excusa para censurar cigarros. Otro notable caso británico es el del famoso ingeniero Isambard Kingdom Brunel, cuya biografía adaptada para niños publicada por la editorial Heinemann utiliza como cubierta un icónica imagen de este empedernido fumador tomada en 1857 por el fotógrafo  Robert Howlett . Esa imagen tomada frente a las cadenas de retención utilizadas en la botadura del navío “Great Eastern” es habitual portada de los libros dedicados a este prolífico constructor que, sin embargo, en el citado libro juvenil aparece desprovisto de su puro.


Mucho nos tememos que cualquier día retiren el cigarro que porta en la boca la figura de cera representativa de Brunel que está instalada en el Swindon Steam Railway Museum. De hecho, la estatua que le representa en la universidad londinense que lleva su nombre, carece de cigarro, al igual que la ubicada en la estación de Paddington.  Aunque cierto es que esta última, que es sedente, no está inspirada en la famosa foto.


¿No sería mejor explicar a los niños símplemente la verdad? La patente evolución del conocimiento de los efectos perniciosos del tabaco y la muy lenta toma de conciencia social sobre los mismos.

Con todo, el país donde la censura del tabaco ha adquirido cotas más absurdas es Francia. Ello en parte por la rigurosísima interpretación de la legislación antitabaco francesa de 1991, conocida como "Ley Évin", que hace el transporte púbico parisino gestionado por la RATP. La importancia de los espacios publicitarios que gestiona ha sido capaz de condicionar en gran manera las creatividades realizadas por los profesionales de la publicidad galos. Pero de eso hablaremos ya en la próxima entrega.


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