jueves, 23 de enero de 2014

Un "falso amigo" escondido en el Diccionario


Cuando se escribe con una pestaña del navegador abierta en la página del Diccionario de la Real Academia no es difícil encontrar imprecisiones en el mismo. Y no siempre se tiene el humor de planteárselas a la institución encargada de velar por nuestro idioma en el formulario dispuesto al efecto por la Unidad Interactiva del DRAE (UNIDRAE).

Pero no deja de ser todo un hallazgo que, como quien “caza un medalla”, nos apresuramos a poner en conocimiento de nuestros lectores, encontrar un caso en el que la docta casa ha picado en un famoso “falso amigo” procedente del inglés, en concreto public school. La verdad es que se trata de uno de esas ocasiones en las que el inglés británico se disocia, no ya del americano, lo que no es infrecuente, sino del utilizado en el casi todo el resto del mundo con excepción de la India.

En el Reino Unido las public schools son un grupo de costosos colegios de élite en los que tradicionalmente se ha formado lo más granado de la sociedad británica. Aquí public funciona como en la palabra pub (public bar) donde, salvadas las reglas que marque el derecho de admisión, usted será bien recibido pero en ningún caso invitado a las consumiciones. Público, pero de pago, igual que un teléfono público. Otro uso inglés de ese término que puede prestarse a confusión es “go public”, el proceso en el que las empresas ofrecen sus acciones al público (nuestra “Oferta Pública”), que es equivalente a privatizar cuando el oferente de esos títulos es el Estado.

Los siete primeros colegios (1) que vieron reconocida su independencia del Gobierno o la Iglesia en la Public Schools Act de 1868 fueron Charterhouse, Eton, Harrow, Rugby, Shrewsbury, Westminster y Winchester (todos se autodenominan schools menos Eaton que se titula college). Alguno les sonará, particularmente Rugby, porque en este se codificaron en 1845 las primeras reglas de una tradicional variante del fútbol en la que se permitía coger el balón con la mano. Es por ello que la escuela acabó dando nombre a ese deporte, como reconoce nuestra Real Academia en la correspondiente entrada del Drae que reproducimos a continuación:


Bien habría quedado la nota etimológica sin precisar el carácter de la escuela inventora, Pero, una vez puestosa especificarlo, hay que aceptar que, en castellano, escuela pública hace inequívoca referencia a la que es gratuita y dependiente de los poderes públicos. En cambio, llamamos concertada a la que cumple, y además parcialmente, tan solo la primera de esas dos condiciones. Pero el equivalente español a public school incuestionablemente es colegio privado.

Así es que, tanto porque escuela se asocia preferentemente en español con la formación primaria, y así lo reconoce la primera acepción del diccionario (¡qué empeño con lo de pública!, por cierto), como por todo lo anteriormente comentado, nos decantaríamos por dejar la explicación etimológica de la siguiente manera: Voz ingl., de Rugby School, colegio de Inglaterra donde se inventó. No parece que la inclusión del condado aporte información sustancial.

Quizá también fuera oportuno sustituir el término "inventó" por "reglamentó", dado que el origen de este deporte no está exento de polémicas. Es un hecho conocido que el fútbol se jugaba entonces con gran disparidad de normas que podían cambiar de un partido al siguiente. Aún así contamos para defender el origen de invento con el soporte documental de la placa instalada en el centro educativo epónimo. En la misma se atribuye a su alumno William Webb Ellis la primera carrera con el entonces esférico balón en la mano, un hecho que habría tenido lugar en 1823. Pero no intente defender esta teoría en un pub galés si ya ha corrido mucha cerveza.

«Esta lápida conmemora la gesta de William Webb Ellis quien haciendo caso omiso de las reglas del fútbol usuales en aquella época corrió por primera vez con la pelota en las manos dando así origen a la característica diferencial del juego de rugby .A.D. 1823».
 No es fácil encontrar un equivalente preciso de “
fine disregard”. Se admiten sugerencias.
  
Estrecha es la separación entre la gloria y el oprobio, porque mucho nos tememos que ese ínclito alumno que luego seguiría la carrera sacerdotal, bien podría haber acabado apaleado por sus contrincantes caso de haber realizado esa gesta en España. El caso es que desde 1991 incluso cuenta con una estatua conmemorativa sita en los jardines de la Rugby School.


Para finalizar, traemos el lema foot-ball del primer Diccionario Salvat publicado en la década que dio inicio al siglo XX. En el mismo puede comprobarse la pareja atención que recibían entonces las dos variantes del deporte descrito. Y es curioso que se haga referencia a la Universidad de Rugby en vez de al colegio, a más de datar la reglamentación en 850.

Obsérvese también la terminología en la que destaca que los franceses todavía no habían colocado el término melé (que entra en la próxima edición del Drae) para designar lo que entonces se denominaba fight (lucha) y en el inglés actual se denomina scrum. Ojo, por último, a la recomendada pronunciación futbalista del vocablo que todavía no se había impuesto plenamente a footballman


Hemos estirado el fragmento reproducido hasta el lema footing para que la lectura de hoy sirva también para comprobar la antigüedad de este término. Cabría encuadrarlo en una categoría de palabras que bien podríamos llamar "falsos hermanos" (en propiedad se llaman pseudoanglicismos o, con alcance más general, falsos extranjerismos) puesto que, a pesar de su aspecto inglés, se trata de un galicismo totalmente desconocido por los hablantes de la lengua de Gareth Bale (ya que estamos con el fútbol vamos a ser un poco coherentes) que denominan jogging al ejercicio de correr.

Y, por cierto, UNIDRAE nos informa en el acuse de recibo de nuestra sugerencia que las ahora recibidas ya no tienen posibilidad de entrar en la próxima edición del Diccionario y se toman en cuenta para la XXIV. Una Academia interactiva man non troppo.





( (1) Aquí hay un nuevo lío de "falsos amigos", porque school se aproxima más a lo que nosotros llamamos colegio, mientras que los colleges, en general, se asemejan más a nuestras facultades. De hecho, en Estados Unidos se accede a ellos desde la llamada high school. Cuando se trata de residencias de estudiantes equivalen a nuestros “colegios mayores”. Claro, que nosotros también tenemos “escuelas superiores” en las que tradicionalmente se forman los ingenieros. Un pequeño galimatías en el que hay que tener cuidado con los adjetivos elípticos, así que un estudiante de ingeniería dirá al salir a clase que se va a la escuela.



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