jueves, 9 de enero de 2014

Atribuciones nacionales por antonomasia (II)


Continuamos en el omnipresente fútbol el repaso de los adjetivos nacionales que nuestro lenguaje habitual ha convertido en sustantivos. En la práctica del deporte que reina en bastantes mas lugares de lo que lo hicieran los mas poderosos de los Austrias (otra antonomasia) se requiere un cierto virtuosismo para ejecutar con éxito la llamada "chilena" aunque el diccionario académico todavía no recoge esta extendida acepción del vocablo.

El "invento" se atribuye al vasco nacionalizado chileno Ramón Unzaga Asla  quien habría realizado esa jugada en enero de 1914 en un partido disputado en el estadio El Morro del puerto de  Talcahuano. Inicialmente parece que se denominó «chorera» en alusión al gentilicio de dicho puerto que procede de la importancia que tuvo para el mismo la explotación de un tipo de mejillón conocido como "choro". Posteriormente habría sido la prensa argentina la que pasó a utilizar un gentilicio menos específico. Los peruanos también pugnan por la paternidad de la jugada que ellos llaman chalaca, el nombre que reciben los habitantes de la Provincia del Callao donde se habría visto por primera vez ya en la última década del siglo XIX. Pero el lenguaje no entiende de primacías históricas máxime cuando no están suficientemente documentadas.

El jugador mexicano Hugo Sánchez ha sido uno de los mas significados practicantes de ese espectacular lance por lo que adquirió cierto uso, especialmente en México, el epónimo "huguina" que, sin embargo, no ha conseguido perdurar. Constatemos que no es un 
empeño sencillo y solo el checo Antonín Panenka ha conseguido asociar un nombre propio con una jugada de fútbol. Ello no es óbice para que el futbolista mexicano adorne la terraza de su casa de Cancún con dos estatuas de sí mismo, eso es autoestima, una de ellas en plena ejecución de una chilena. Si quieren fisgar un poco mas el edificio puede acceder a una buena vista desde Streetview posicionándose en las coordenadas 21.10490, -86.76450 con orientación nordeste.


Terraza del apartamento de Hugo Sánchez en Cancún
El lenguaje futbolístico ha creado gentilicios propios que hacen compatible ser madridista con no ser madrileño, barcelonista (aunque es mas frecuente decir culé) con barcelonés, etc...Esta forma de crear un significado diferenciado no ha tenido gran aplicación en otros usos de los adjetivos nacionales. Una excepción es Italia que admite los adjetivos italiano e itálico, aunque este último término generalmente connota antigüedad. En femenino da nombre al tipo de letra conocida simplemente como itálica, también llamada cursiva o bastardilla, que se asocia con ese país por haber sido el veneciano Aldo Manuzio quien en 1501 la utilizó por primera vez en una edición impresa.

Otra excepción llegada al español a través del francés polonaise son las polonesas  que ponen música a las danzas nacionales de Polonia. Pero también tenemos las danzas llamada polcas, cuyo nombre procede, a través del francés, del gentilicio polaco en lengua checa: polka.

A partir de la palabra poulanne con la que nuestros vecinos denominaban las pieles procedentes del citado país la lengua francesa creó poulaine para referirse a un calzado caracterizado por su terminación en punta que, sin embargo, aquí pasó a denominar los accesorios conocidos como polainas (en francés guêtres).

Curiosamente, el ortodoxo gentilicio polaco adquirió en España un pintoresco uso despectivo para referirse a los catalanes. Este significado, al parecer, se habría originado en los cuarteles por la dificultad de entender a los reclutas de esa comunidad cuando hablaban entre sí. Hay quien atribuye la elección de ese idioma a la proximidad temporal del avance sobre de Cataluña de las tropas de Franco con la posterior invasión nazi del país que caería en la órbita soviética tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aún hay otra variante para referirse a esa nación del Este de Europa, se trata de la utilizada para denominar al elemento químico que ocupa el 84º lugar de la tabla periódica. El polonio, así llamado por ser esa la patria de su codescubridora Marie Curie (nacida Skłodowska) no es una sustancia con la que topemos a diario pero es reseñable que mucho después de la caída del Telón de Acero los rusos siguieron puteando el nombre del país que dominaron durante años al utilizar el isótopo 210 de este metaloide radioactivo para asesinar al ex espía ruso Litvinenko.

Otros países que son epónimos de elementos químicos son Alemania con el germanio (32),  Rusia con el rutenio (34, por el nombre medieval del país, Ruthenia), la India con el indio (49, nombre basado en el color índigo característico del espectro de este poco abundante metal) y Francia por partida doble con el francio (84) y el galio (31), aunque en el caso de este último coincide que su descubridor se apellidaba Lecoq, en francés sr. "el gallo", latinizable como gallus. Menos evidente es el caso de Chipre puesto que una bastante aceptada etimología de cobre, del latín cuprum, es que se trata de una corrupción de la expresión aes Cyprium, "metal de Cyprium", adaptación romana del nombre griego de esa isla: Kypros.

También encontramos un ejemplo del caso contrario en la denominación de Argentina, donde es un elemento, la plata, en latín argentum, el que ha dado nombre a todo un país
Pocos países lucen una referencia a su nombre
 
en su escudo como hace 
Costa de Marfil  
Otro estado cuya etimología procede de un valioso producto nacional cuyo comercio está muy restringido actualmente es Costa de Marfil. Menos apreciado pero mas importante en nuestras vidas es el hielo que da nombre a Islandia. Aunque el castellano invita a relacionar esa denominación con su condición de isla, lo cierto es que procede del nórdico antiguo Is-land, "tierra de hielo". Completa la lista de países pertenecientes a esta familia de étimos tomados de productos naturales la mediterránea Malta a la que los griegos dieron el nombre de la miel, Melyta, y aun hoy es conocida con el sobrenombre de "Tierra de la Miel".

Los elementos químicos con epónimos geográficos distintos de los nacionales son mucho mas numerosos pues ahí entran en juego desde continentes, casos de europio (número atómico 63) y americio (95), a ciudades como ocurre en el berilio (4, de las gemas que los antiguos griegos llamaron beryllos, βήρυλλος, a partir del nombre de la ciudad india de Belur de la que procedían ese tipo de esmeraldas), el lutecio (71, de Lutetia, nombre latino de París), hafnio (72, de Hafnia, nombre latino de Copenhage), holmio (67, por Holmia, el nombre latino de Estocolmo), berkelium (97, por Berkeley, una de la sedes mas importantes de la Universidad de California donde fue descubierto en 1949), dubnio (105, tras considerable controversia, por Dubna, la ciudad rusa donde se identificó en 1968) o darmstadio (110, sintetizado por primera vez en 1994 en la ciudad alemana de Darmstadt). También han participado en este proceso nominativo pequeñas localidades como la escocesa Strontian, el lugar donde se ubicaban las minas de plomo en las que se identificó el estroncio (38), o la sueca Ytterby que ha dado nombre al itrio (39, en inglés yttrium a partir del nombre dado al óxido yttria a partir del cual se aisló), erbio (68), terbio (65) e iterbio (70). Asímismo encontramos que son nombres de estados los que han dado lugar a californio (98) y hassio (108, por el alemán de Hesse). Incluso hay cabida para algún territorio impreciso como ocurre en el caso del tulio (69, de Thule, denominación históricamente utilizada para referirse al confín noroeste del mundo antiguo con diversas asignaciones geográficas aunque básicamente es asimilable a la actual Escandinavia que da nombre al Escandio, NA 21; Thule también se aplicó a Islandia, una dualidad que ya se refleja en el mapamundi creado por Dicearco alrededor del año 300 a.C.).

Thule ya aparece en el mapamundi de Dicearco (c. 300 a.C.)

Dejamos la geografía de la química para constatar que la antonomasia requiere habitualmente un cierto contexto, un hipotético anuncio que proclame "se vende una canadiense" quizá no fuera comprendido por todo el mundo, pero tiene un significado inequívoco colgado en una tienda de material de acampada. Y eso que esta tipología de tienda de campaña con techumbre a dos aguas ha caído en franco desuso ante la pujanza de otros diseños mas modernos. En cambio, en la historia del movimiento obrero "La canadiense" es el nombre por el que es conocida la "Barcelona Traction Light an Power Company" por el origen de su capital. La huelga que se produjo en esta compañía en 1919 desembocó en una de carácter general que llevó a decretar el estado de guerra en la ciudad de Barcelona. Los pactos realizados para solucionar ese conflicto fueron la base para la implantación de la jornada de 8 horas, de ahí su histórica importancia.

Si alguien le dice que tiene un afgano no suelen ser necesarias mas explicaciones para entender que se trata de un ejemplar de la elegante raza canina procedente de Afganistán. Pocas cosas mas procedentes de ese país forman parte de nuestras pertenencias habituales. En el caso de otro denominación nacional de una raza canina es necesario añadir un adjetivo para que resulte inequívoca, se trata del gran danés, una raza de origen germánico que en ese idioma es conocido con el aquí menos utilizado nombre de dogo alemán. Y es que son bastante numerosas las razas de perros cuyos nombres están basados en sus orígenes geográficos, ya sean ciudades (pekinés), regiones (yorkshire, akita, chihuahua, münsterländer), u otras divisiones territoriales que no tienen condición de estados como pomerania, labradorterranova, westie (West Higlands escocesas) o dálmata (Dalmacia). Una última raza que se denomina con un gentilicio aplicado sin mas aditamentos es la del maltés, pero difícilmente será asociado por antonomasia con un perro en una conversación que tenga lugar entre personas no especializadas en cuestiones caninas.


En este punto quizás sea oportuno recordar que la cebada germinada y tostada que conocemos como malta no toma su nombre de la isla mediterránea sino de la palabra inglesa malt que tiene origen en la arcaica denominación de mezcla (meltan) cuya aplicación a este preciso ingrediente denota su importancia en la elaboración de la cerveza. No podemos concluir tan canino párrafo sin mencionar que el arcaico anglicismo spaniel, posiblemente formado a partir del francés espaigneul, ha pasado a denominar todo un grupo de razas de perros que llegaron a Gran Bretaña procedentes de la Península Ibérica cuando nuestra monarquía estableció lazos matrimoniales con la británica allá por el siglo XVI. Nuestros vecinos franceses han dado nombre, en cambio, a los galgos conocidos en la antigüedad como canis galicus, perros de la Galia. Cerramos este apartado canino citando la raza dálmata que toma su nombre de Dalmacia, un territorio hoy plurinacional de la costa adriática que fue Provincia Romana (Dalmatia). Hoy está mayoritariamente encuadrado en Croacia pero una pequeña parte pertenece a Montenegro. De allí copiaron también los romanos una túnica con mangas anchas y cortas que pasó a conocerse como dalmática y es utilizada en la liturgia cristiana desde el siglo IV.

Ya metidos en vestimentas, una austriaca, sin mas, identifica inequívocamente en el mundo de la confección  una determinada prenda, al igual que ocurre con un panamá, el característico sombrero elaborado con la fresca jipijapa (un epónimo procedente de Ecuador, por cierto). En este caso es el propio nombre del país el que ha pasado al vocabulario como también ocurre en inglés con china que se emplea para referirse a la porcelana y por extensión a los objetos elaborados con ese material que no siempre es fácil distinguir de la mas vulgar loza. En español, en cambio, un chino, sin mas indicación, se ha utilizado tradicionalmente para referirse al montaje realizado para consumir heroína por inhalación (fumarse un chino; en inglés chasing the dragon, cazar el dragón), aunque, afortunadamente, su uso mas frecuente actual es como denominación de los bazares regentados por los laboriosos comerciantes procedentes de Asia. En la cocina esta palabra tiene asignada, en cambio, la específica misión de dar nombre a un colador cónico de rejilla muy fina así llamado por analogía con los característicos sombreros utilizados por los agricultores orientales.

Volviendo al textil, constatamos que Holanda da nombre a un lienzo muy fino, aunque sea un término poco usado en el lenguaje actual. Recordemos que esa denominación con la que habitualmente nos referimos a los Países Bajos tan sólo es la de una de sus regiones que tan solo ocupa poco mas de la octava parte del territorio nacional. Las holandas, en plural, son los aguardientes también llamados "bajos grados" que se obtienen por destilación del vino y se utilizan para elaborar el brandy. Esta última palabra precisamente se tomó del holandés brandewijn, vino quemado, cuando se prohibió el uso de coñac para los destilados ajenos a la Denominación de Origen Cognac. Las citadas holandas toman su nombre del destino de esos aguardientes cuya elaboración en Jerez está documentada desde el siglo XVIII. Curiosamente, el presunto recurso al alcohol por parte de los soldados de los Países Bajos con objeto de infundirse coraje está detrás de la expresión inglesa dutch courage, otra muestra del uso despectivo que realiza el inglés de ese adjetivo nacional al que ya hemos hecho referencia en el apunte inicial de ese hilo. Quizá el ejemplo de uso menos peyorativo sea go dutch que es equivalente a nuestro  "pagar a escote". Así que cabe presumir que también debe tener origen en el idioma inglés la desusada expresión "atracar a la holandesa" que nuestro Diccionario registra con el significado de la realizada con mala maniobra (¡qué confusa es la política de asignación de la etiqueta "desusado" que sigue nuestra Academia!).


Un último uso de la denominación que incorrectamente asignamos de forma habitual a los neerlandeses es la aplicada a un tamaño de papel mas ancho y bajo que el dominante A4 (220 x 280 mm. frente a 210 x 297): la prácticamente desaparecida holandesa.

Sobrepasada la veintena de países recorridos bueno será que evitemos posibles empachos tan propios de las recientes fiestas dejándolo por hoy aquí. Así que, aunque aun nos quedan unas cuantas naciones pendientes de tocar, vamos a posponer esa tarea hasta un próximo apunte.




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