jueves, 26 de diciembre de 2013

Vaya chasco


Ya conocen los habituales de este apartado rincón de la red nuestro interés por los neologismos. En una pasada entrada, posteriormente complementada con otra sobre la selección de selfie como palabra del año por el prestigioso Oxford English Dictionary. ya hemos repasado algunos de los posibles modelos a seguir para dotarnos de un certamen que destaque las novedades lingüísticas más significativas de cada año.

Con esos antecedentes imaginarán nuestro alborozo cuando encontramos en un medio de comunicación con la difusión del diario El País el siguiente titular: "Las 32 palabras que hemos aprendido en 2013". Y resulta que, además, el artículo empieza nada menos que con bitcoin, ese medio de pago virtual que tiene toda la pinta de ir a reventar más pronto que tarde, pero que no cabe duda de que es un concepto de rabiosa actualidad. 

Ya nos descuadra más que se siga con un término (boda roja) de comprensión restringida a la comunidad de seguidores de Juego de Tronos, que no nos consta que sean tantos. Pero cuando topamos con que la tercera palabra de la relación es Canal Nou, y por más que la explicación de la polisemia (nueve - nuevo) de este nombre tenga su interés lingüístico, ya nos damos cuenta de que los intereses de los autores son muy diferentes de los nuestros. Está claro que las palabras son para ellos una mera excusa para componer el típico artículo compilatorio de acontecimientos destacados del año que son objeto de una bastante peculiar selección.

Entendemos que el corporativismo es vicio casi inexcusable, pero pocas veces se ha visto como en el caso del cierre de Canal Nou una noticia en la que se haya puesto menos interés en transmitir el bastante unánime sentir ciudadano. No es la de las teles autonómicas mala pregunta para añadir a ese referéndum que algún día habrá que hacer interrogando al pueblo sobre unas cuantas cosas. Y ello a pesar de que la demoscopia nos cuenta con bastante precisión los estados de opinión, pero ni así quieren enterarse algunos. Habrá que gastarse, pues, un poco más de dinero para enseñar al pueblo a distinguir entre dos preguntas y una con dos apartados. De paso, también podrían explicarse las diferencias entre estado, Estado (esta se lee "estado con mayúsculas" según nos tiene enseñado D. Artur Mas), estado independiente y Estado Independiente. Aunque, ya puestos, también cabría meter en la lección Estado independiente y estado Independiente. Rigor. Nunca nos prometieron que ser español fuera fácil, así que en esto no se incumplen programas electorales.

Si no están con ganas de tragarse todo el rollo de las 32 palabras al que les dirige el enlace anteriormente insertado ya nos ocupamos nosotros de aclararles que no se trata mucho allí sobre palabras que hemos aprendido este año, caso propiamente de bitcoin, y ni siquiera de las ya conocidas que han adquirido notoriedad a lo largo del mismo, una categoría en la que tan solo cabe encuadrar un octeto de los cuatro bytes propuestos. Señalemos, a modo de ejemplo, que la pretensión de que las memeces del ministro Wert nos hayan servido para aprender la palabra Erasmus tan solo puede ser considerada una injusta concesión de protagonismo a tan cursi caballero. Lo que quizá no sepan si no son lectores veteranos es que el nombre de ese gran programa universitario europeo es un acrónimo, pero ya se encarga Vetustideces de explicar esos detalles (aquí mismo).


Así es que aparte del citado bitcoin tan solo consideramos ajustados a lo prometido en el título otros seis anglicismos, a saber, crowdfunding, fracking, phablet, selfie, shutdown y twerking, a los que acompaña una sola palabra nacida en el seno del idioma español, el escrache que hemos importado de Argentina. Este sustantivo habría nacido de la combinación de los dos significados de escrachar, un verbo  que se aplica tanto al acto de fotografiar a una persona como al de romper algo. Se describiría así la destrucción simbólica de la imagen del acosado que, al parecer, efectivamente se oficiaba en algunos de los actos que a mediados de los noventa comenzaron a utilizarse como forma de protesta frente a los domicilios de los indultados dirigentes de la dictadura que gobernó Argentina entre 1976 y 1983.


En puridad hay otro anglicismo flotando sobre la relación de El País, el hashtag al que ya nos hemos referido en nuestros pasados apuntes, pero se ha preferido escoger uno muy concreto, #Findelacita, que ni siquiera ha sido uno de las más populares del año. Ya decíamos que el interés que guía el artículo no es lingüístico.


Se observa, adicionalmente, una cierta ostentación de insuficiencias culturales, porque si se ha tenido que esperar a leer los partes médicos de Gareth Bale para descubrir la palabra protrusión, lo prudente es correr un velo, aunque no sea muy tupido. Ni usábamos a diario esta palabra antes, ni lo haremos después. No estamos ante un fenómeno novedoso (quede claro que hablamos de traumatología y no de fútbol). 

Una vez metidos en cuestiones médicas, parece que el concepto auténticamente relevante del año es "prótesis de cadera". No pretenderán que la Casa Real que nos obsequie todos los años con hallazgos lingüísticos como aquella impagable perífrasis "cese temporal de la convivencia". Desde aquí apostamos a que el año próximo la Jefatura del Estado entrará en estas relaciones de palabras emergentes con algún término forense. Al tiempo. Confiemos en que no haya güevos (no confundir con huevos) para que sea indulto.

También cabe lamentar que se haya dejado pasar la ocasión de realizar menciones especiales en algunas categorías significativas. A título de ejemplo, las Participaciones Preferentes son claras merecedoras del título a la "denominación comercial más engañosa", no ya del año, sino de la década o incluso más. Menudo disgusto les ha costado a muchos descubrir que la mencionada preferencia de cobro lo era tan solo frente a los accionistas. Y es que hasta el humorista Leo Harlem le ha amargado un poco la Nochebuena a un buen pedazo del "share" de "la tele de todos" con un lapidario "si quiero palmar dinero lo meto en preferentes" (video, minuto: 6:38). Leo, te has pasao. Otro día pase, pero en Nochebuena eso no se hace.


Este año 2013 también hemos sufrido otro bonito ejemplo de "te la han clavao" con el final de la gratuidad del Whatsapp. Cierto que es barato, pero estas cosas no es bonito hacerlas así. Claras insuficiencias de la legislación de consumo, si usted se propone cobrar hay que avisarlo con un plazo holgado. ¿Se imaginan que de la noche a la mañana nos pongan Google de pago? En todo caso si son ciertos los más de 20 millones de usuarios de los que presume en España esta exitosa mensajería, que son más de 400 en todo el mundo, el pelotazo no está mal. Ahora será interesante analizar cuan cierto es lo de la resistencia al cambio de aplicativos que se encarga de recordarnos a diario nuestro malquisto Windows.


Terminamos contándoles que para elaborar este apunte nos hemos dado una vuelta por el articulo Whatsapp de la Wikipedia en busca de datos sobre el número de usuarios y, aunque no hemos encontrado mucha información sobre ese particular, hemos dado con la impagable explicación del ciertamente brillante nombre de esta app (apócope de application). Esto es lo que nos dice el inequívocamente mexicano wikipedista: WhatsApp viene del (inglés) What`s up cuyo significado es Qué onda, qué pasa hermano, como te va brother, etc


¿Qué tal?


Adenda 31/12: Ha sido la Fundación del Español Urgente, Fundéu BBVA, la primera organización que ha asumido la responsabilidad de escoger una palabra del año. La elegida ha sido escrache. Un tanto previsible. Por el bien de este país, le deseamos corta vida.




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