sábado, 14 de diciembre de 2013

Mas cositas de Tráfico

Nos quedaron en el último apunte algunas cuentas pendientes con la DGT como denunciar que se consienta que algunas administraciones se dediquen a inventar señales de trafico al margen de toda norma común. Y luego pretenderán que nos las sepamos.

Mal está que, por ejemplo, la relación de puntos negros que publica la DGT no incluya los del País Vasco y Cataluña porque a sus correspondientes administraciones que tienen transferidas las correspondientes competencias no les peta colaborar. Eso debe ser lo que entienden por acercar la administración a los ciudadanos. Si se crea una aplicación de ámbito nacional para publicitar los lugares donde se concentran los accidentes resulta que los que van de distintos no participan. Otro agravio para la lista: ¡España quiere imponernos los puntos negros! 


Mal está, por ejemplo, que los habitantes de la cornisa Cantábrica tengamos que pagar a las diputaciones vizcaína y guipuzcoana cada vez que transitamos en coche hacia Europa por una infraestructura cuyo peaje concesional venció en 2003. O sea que está requeteamortizada. Una consecuencia de que los hábiles negociadores del Estado Español no establecieran ninguna cautela para que las administraciones a las que se cedía esa infraestructura cumplieran lo pactado. Un poco de hemeroteca:

A ver si les suenan los nombres de los negociadores que menciona la crónica: "En la reunión en la que se logró el acuerdo participaron, por parte del Gobierno del PP, Juan Costa, secretario de Estado de Hacienda, y José Folgado, secretario de Estado de Presupuesto." Pues estos caballeros obviaron recoger compromiso alguno con lo que las administraciones vascas rápidamente vieron el negocio y no solo no establecieron el comprometido "peaje blando" destinado al mantenimiento, como si las demás autopistas no tuvieran conservación, sino que aplicaron considerables incrementos de tarifas que en algún caso incluso tuvieron que rectificar ante las quejas suscitadas. 

El incumplimiento de lo pactado ante la total indiferencia de una Administración Central que recordemos no tenía ninguna obligación legal de transferir esa vía suele justificarse con las mejoras realizadas pero, aparte de la conservación normal, lo único que se ha hecho es construir un tercer carril entre la boca este del túnel de Malmasín y Durango. Porque la costosísima "Variante Supersur de Bilbao" (900 milloncetes de euros para 18 km.) es una alternativa de peaje a un tramo que siempre fue libre y que, a pesar de las quejas de los usuarios locales, tiene una ridícula tarifa propia con la que no se recauda ni para pagar el mantenimiento (unos 9 millones de euros/año, carito). Excusamos decir de donde está saliendo el dinero para pagar la ingente deuda bancaria con la que se ha financiado. Lo mismo cabe decir del flamante segundo cinturón de San Sebastián (350 millones) que, nuevamente, es una alternativa a un tramo libre de peaje. Así que ahí estamos los despreciados maketos arrimando el hombro por obligación para pagar esas nuevas infraestructuras. ¡Viva el cupo! Recordemos que para un turismo los 105 km. "de pago" del itinerario Bilbao-Behobia suponen 11,5 euros (no incluimos los 1,13 de la Supersur de Bilbao porque tiene alternativa libre). Los datos sobre el origen geográfico de los paganos del dinero recaudado con este "impuesto de paso" son "secreto de estadín". Menudo negocio a cuenta de la torpeza del dúo Costa-Folgado. Claro que por aquellos años Pacoscascos nos la armaba a los asturianos prorrogando ¡29 años! (hasta 2050) la concesión de la Autopista del Huerna a cambio de la duplicación de la calzada entre Onzonilla y Benavente (79 km.), burlando de paso de un dictamen del Consejo de Estado que pocos años antes había rechazado se hiciera ese apaño sin concurso público (noticia).

Para rematar el cachondeo que se traen los gestores de la autopista vasca que nos conecta con Europa resulta que se divierten pasando de la normativa de tráfico española, y en ese itinerario pueden verse paneles como el que sigue:
Imagen de Streetview a la altura del Túnel de Itziar que se intuye al fondo
Primero se inventan una señal, ciertamente chula pero es ajena al código en vigor, que cabe suponer avisa de la presencia curvas peligrosas y aprovechan para copiar de la vecina Francia la doble limitación de velocidad en función de las condiciones meteorológicas que tampoco está recogida en la normativa de tráfico española. Si la idea es buena, que lo parece, lo que habrá que hacer es incluirla en nuestra codificación nacional y, de paso, explicarla bien, porque, ¿el limite inferior opera cuando el suelo está mojado o solo cuando está efectivamente lloviendo? La jurisprudencia francesa ha establecido lo segundo, pero aquí vaya usted a saber. Se enterará cuando le multen. 

Vamos a ponerles otro ejemplo carretero que, afortunadamente, no llegó a convertirse en absurda realidad, una muestra de lo difícil que puede ser cumplir la normas en esta complicada España que hemos fabricado. Usted podía circular tranquilamente por Cantabria en su coche fumándose un cigarrito y al cruzar el cartel de Vizcaya, en caso de viajar con niños, pudo haberse encontrado con la desagradable sorpresa de que la Ertzaintza le pusiera una multa porque esa acción a punto estuvo de ser prohibida y castigada en el País Vasco. Solo una enmienda de última hora la apeó de la correspondiente Ley ¿Se acuerdan de lo que decíamos sobre el artículo 6 del Código Civil?, ¿tienen los ciudadanos oportunidades reales de conocer este tipo de disparidades legales?, ¿es razonable que para circular por una carretera vasca haya que conocerse la Ley 1/2011 de tercera modificación de la Ley sobre Prevención, Asistencia e Inserción en materia de Drogodependencias de esa Comunidad Autónoma? Pues así funciona este país.

Pero a este divertido juego de producir normas autóctonas se apunta casi todo el mundo. Porque si en su ruta hacia Francia se le ocurre entrar en la ciudad de Santander encontrará señales como la que puede verse por duplicado en la siguiente imagen.
Imagen de Streetview de la Calle Castilla de Santander
Se intuye que hubo algún concejal al que le hizo gracia la coincidencia de la palabra que designa en castellano las mallas que pueden ir de pesqueras a viales con la que en inglés se aplica al color rojo. Y dio en ponerse juguetón con la gracieta. No es en la única ciudad en que ha ocurrido, aunque en otras ya ha caído en desuso. Así que los conductores que no tengan la precaución de preparar sus viajes con la lectura de las Ordenanzas Municipales de las ciudades por las que piensan circular están condenados a realizarlo por la capital cántabra sumidos en una total ignorancia de la función de esos indicadores. Ya se intuye que nada bueno tratándose de un uso del prohibitorio color rojo. Pues sepan que en las vías así balizadas las sanciones por parada y estacionamiento indebido duplican su importe habitual. En su momento  también se dispusieron sobre la calzada unas rayas rojas que ahora están bastante borradas, el mismo color que un concejal ovetense decidió utilizar para la señalización horizontal de las plazas de aparcamiento que efímeramente pudieron reservarse por teléfono en esta ciudad. La imaginación concejil al poder.

Illma. Sra. Dra. Gral. de Tráfico¿algún mensaje para estos autistas de la normativa vial?, ¿nos animamos a gestionar un poquito la racionalidad y el respeto a la seguridad jurídica de los ciudadanos?




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