lunes, 11 de noviembre de 2013

Nuevos usos de la cremallera

A juzgar por las conclusiones de la Conferencia Política del Psoe parece que el neologismo "listas cremallera", entiéndase ocupadas alternativamente por hombres y mujeres, va camino de consolidarse. En este caso la expresión es lo de menos porque si son estos minuciosos reglamentismos los que deben ayudarnos a profundizar nuestras libertades vamos arreglados. De paso ya se apuntan nuevas cuotas para minorías sexuales (sic, ¿se considerará a los sadomasoquistas una minoría sexual? o solo querrán referirse a los homosexuales), personas con discapacidad y minorías étnicas. Y es que al final lo de la capacidad va a ser lo de menos, ganas nos quedamos de hacer un políticamente incorrecto juego con la potenciada discapacidad.

Cubierto el expediente de parecer modernos no cabe dedicar mas tiempo al asunto de las listas y se pasa por alto la posibilidad de hacer alguna referencia a la necesidad de excluir de las mismas a los arrivistas que ven en las correspondientes juventudes del partido una oficina de empleo que les lanzará, sin la en otro caso necesaria oposición, a una cadena de empleos públicos que se extenderá hasta la jubilación. La verdad es que nos habría gustado oír cosas como que se reservaría una importante cuota en las listas para quien hubiera acreditado su capacidad y eficacia en el desempeño previo de puestos ajenos a la actividad política. Que venga de "tocar mundo", vamos. Pero parece que esto no toca. Por lo menos podían haber acordado alguna cosita testimonial como poner a la entrada de las sedes un cartel con algún lema del tipo "no se recogen currículos que no acrediten experiencia".

En las conclusiones del evento hay algunos momentos lingüísticos notables como dar el rimbombante nombre de "rescate fiscal" a una subida del mínimo exento del IRPF a 16.000 euros, ¡que no quede por verbo! Como casi siempre en estos casos se nota que los asistentes acuden desprovistos de calculadora, así que se alumbra sin rubor un Fondo de Garantías del Estado de Bienestar, una preciosidad a la que sólo le falta tener un acrónimo mas lucido porque lo mas pronunciable que nos sale es un bastante feíto Fogeb. Se explica que "sería una reserva de fondos similar a la que tiene el sistema de pensiones, pensado para ciudadanos que atraviesen dificultades coyunturales como la pérdida del empleo y el agotamiento de la prestación por desempleo". Aparte de que eso ya existe, así que lo propuesto símplemente se llama ampliación de los subsidios posteriores a la finalización de la prestación por desempleo, parece bastante desafortunado poner como modelo el Fondo de Reserva de la Seguridad Social en estos momentos en que, no sólo no se está dotando, sino que se están detrayendo fondos del mismo, ¡con la que tiene por delante el jarrón (antes pirámide) de población!


Pero no parezca que estamos encastillados en un negativo rechazo de todo lo acordado, porque hay propuestas realmente valientes como la de equiparar el tratamiento fiscal de las rentas del trabajo y del capital, ahora solo falta ver si hay güevos (por favor, no confundir con la machista palabra huevos) cuando se gobierne. Y no olvidarse de las simcavs y otros elaborados montajitos,¡ehh?


Pero nosotros lo que queríamos es hablar de las cremalleras, una palabra que nos colocaron los franceses y luego van y ellos apenas la utilizan porque prefieren las expresiones equivalentes a "cierre deslizante" (fermeture glissant) y, sobre todo, "cierre relámpago" (fermeture éclair). Esta última toma su nombre de la marca Éclair que dominó el mercado francés desde la introducción del invento en ese país en 1924 hasta que llegaron los japoneses de YKK a comérselo como han hecho en todo el mundo. Y encima el Velcro va y lo inventa un suizo.


Decíamos que nuestro idioma picó y adoptó el nombre del mecanismo que utilizaban los "chemins de fer a cremaillere" para subir las rampas inaccesibles a la tracción rueda-carril que encuentra graves problemas de adherencia a partir del 4% de pendiente. La verdad es que en España este tipo de ferrocarriles han tenido muy poco éxito, tan solo contamos con el de Montserrat (5 km.) y el de Vall de Nuria (12,5 km.). Y eso que la primera locomotora creada al efecto en Inglaterra en 1812 se bautizó con el nombre de Salamanca en conmemoración de la victoria sobre los franceses del ejército anglo-hispano-portugués comandado por el Duque de Wellington en la que nosotros conocemos como Batalla de Arapiles y los británicos llaman Battle of Salamanca.


El culpable del nombre dado a esa montañera tecnología ferroviaria es el mecanismo que era habitual utilizar en Francia en el llar, el hogar de la cocina que en español también dió nombre al instrumento de suspensión de la cazuela. Por aquí lo habitual era servirse de una cadena que en la siguiente ilustración se compara con una típica crémaillère francesa. Con la misma raíz etimológica griega kremaster (colgador) convertida al latín en cremaculum creó el castellano la poco utilizada palabra calamillera que el asturiano escribe calamiyera y en Cantabria puede encontrase con la denominación plural de caramilleras.

Obsérvese lo apropiado de aplicar al dispositivo de tracción ferroviaria el nombre de ese soporte para cocinar a la vista de la similitud de sus formas y de que los trenes de alguna manera se cuelgan de ese carril dentado para ascender.
Añadamos que en la lengua inglesa también se impuso como denominación el nombre de una marca comercial. La empresa B.F. Goodrich (por su fundador Benjamin Franklin Goodrich), actualmente Goodrich Corporation, realizó, al igual que otros fabricantes de neumáticos como Pirelli en España con las Wambas, una extensión de negocio al mundo del calzado para producir unos chanclos de goma con cierre de cremallera que comercializó a partir de 1921 con la marca Mystic Boot. Ante las quejas de los vendedores por la falta de atractivo de ese nombre dos años mas tarde decidió cambiarlo por el de Zippers, una onomatpeya creada a partir del sonido que hacían los cierres al abrirse o cerrase.

La sonoridad de la creación hizo el resto, así que de lo botines pasó al lenguaje de la calle desplazando a la palabra fastener (cierre, el inglés que le suena hasta a la misión olímpica madrileña por lo de "fasten your seats belts"). Universal Fastener era el nombre de la compañía que había creado Whitcomb L. Judson para explotar su patente de 1893 de un mecanismo que presentó en la Expo de Chicago de ese mismo año. Incluso consiguió un importante pedido del Servicio Postal de Estados Unidos para equipar los cierres de las sacas de los carteros, pero los frecuentes atascos fueron la causa de que pronto resultaron desechadas. Fueron las mejoras introducidas por el sueco residente en Norteamérica Gideon Sundbäck (1880-1954) patentadas en 1917 (pero que habían sido presentadas en 1914) las que permitieron disponer de un mecanismo eficaz que pronto fue incorporado a los trajes de los aviadores americanos que combatieron en la Primera Guerra Mundial. En la imagen que sigue se comparan los diseños de Judson y Sundbäck que fue a quien Google reconoció la paternidad del invento en un doddle publicado el 24 de abril de 2012.

Como la versión del archivo de Google no reproduce la animación que abría la pantalla por la mitad cerramos este apunte con una imagen del efecto creado.

Esperamos que la extensión de esta entrada no sea impedimento para que puedan dedicar el tiempo necesario a informarse adecuadamente del estado del bíceps femoral de Messi. Un importante tema del día que está ocupando largos minutajes de la programación televisiva.




No hay comentarios:

Publicar un comentario