martes, 24 de septiembre de 2013

Más conceptos en busca de nombre


Volvemos sobre esta seductora cuestión a la que ya hemos dedicado otros apuntes como el que utilizó por primera vez el título al que hoy damos continuidad. En aquella ocasión modestamente propusimos el neologismo agachadera que olvidamos relacionar en el inventario de nuestras aportaciones lingüísticas realizado con motivo de la ducentésima entrada de este blog.

Y es que ya les tenemos contado como la figura de Matías Martín, el inventor de palabras de “La Colmena” que el propio Camilo José Cela interpretó en la versión cinematográfica (Mario Camus, 1982) nos provocó en un momento vital crítico en la adquisición de los vicios con los que luego se compartirá toda una existencia una irrefrenable querencia hacia el noble arte de inventar palabras. Esta práctica cuenta actualmente con un espacio televisivo dentro de “El Hormiguero” que es desarrollado  por Luis Piedrahíta bajo el título “Faltan Palabras”. Cierto es que la presión creada por la exigente periodicidad de esa sección, unida a una evidente búsqueda de comicidad, provoca que, en ocasiones, se produzca una cierta infidelidad al título. Así ocurre, por ejemplo, en el caso de mierdodoncia (esquirla alimenticia muy visible que se aloja en la encía del hablante usurpando la atención de todo su auditorio), detrito que ya cuenta en el lenguaje popular con la brillante creación paluego de la que incluso ya se ocupa hasta algún diccionario en inglés. Cuanto ingenio anónimo aglutina el habla.

 Vamos a recordar en este apunte nuestra terna favorita entre las "piedrahíticas" invenciones:

Tontosterona: "lo que empuja a un hombre a seducir con cosas que solo le gustan a el. Cuando un hombre piensa que cortejar a una dama tiene que ver con hacer flexiones en la barra del autobús". ¡Qué hombre no ha tenido alguna vergonzante subida de la tontosterona!

Idiosingracia: "condición distintiva y propia de un país consistente en su falta de sentido del humor".  Aquí encontramos injustificadamente  restrictiva la definitoria aplicación a los países, puesto que cabe la existencia de todo tipo de colectivos y personajes con muy diversas idiosingracias. ¿Que les parece el caso del menos alto de los expresidentes del gobierno?

Eucinismo: "escamoteo semiótico. Uso espurio del lenguaje que consiste en untar las palabras con vaselina para que duelan menos". En este caso vamos a permitirnos complementar ese vocablo con una aportación al mismo campo semántico procedente de la adaptación de una contribución de Paz al citado blog del responsable de "Faltan Palabras". Dar calabanzas: "dícese del rechazo ejercido con verbo amable. Tanto que puede llegar a provocar dudas sobre que efectivamente se esté siendo despachado con viento fresco". Aunque por su origen es una expresión mas propia del lenguaje galante, esta temporada encontramos un buen ejemplo en un programa de TV recolector de aspirantes a estrellas de la canción en el que todos los candidatos no admitidos son despedidos con similar discurso: "tienes unas condiciones magníficas y una prometedora carrera por delante". El "pero no aquí" lo añaden por la cruda vía de los hechos. En definitiva, para dar calabanzas son muy socorridos los eucinismos.

El caso es que nos consolamos de nuestra incapacidad para colocar el ansiado palabro en el mercado lingüístico con el hecho de que tampoco parece que, hasta el momento, lo haya conseguido el gallego Piedrahíta a pesar de contar con una formidable tribuna televisiva.

Por la dificultad del empeño, en estos tiempos en los que el dinero ha sido encumbrado como único valor supremo, nuestros expertos en mercadotecnia nos recomiendan que nos dirijamos al sector de los muy ricos, siempre ansiosos de diferenciarse de la vulgar plebe. Vendámosles palabras para su uso exclusivo, nos propone nuestro Director de Márketing. Pues ahí vamos, y de momento gratis, con jequecas, "dícese de los dolores de cabeza de quienes son ricos, pero de verdad". Vamos, cual jeque árabe amamantado (metafóricamente) con petróleo. Así, en el caso de dieran en escuchar que alguien tiene jequeca, ya se están enterando de que se trata de un propietario de bienes flotantes de mas de 20 m. de eslora (nota: estamos dispuestos a negociar el límite para adquirir el derecho a tener jequecas. No vayamos a perder una ocasión como esta por un quítame allá un púlpito, entiéndase utilizado en la marinera acepción que no recoge la Academia).

Y es que está por escribir un estudio divulgativo del lenguaje de los ricos que, entre otras cosas, permitiría una mejor compresión de programas como “¿Quién vive ahí?”. En Asturias tuvimos un empresario, ya fallecido, de por sí conocido por uno de esos apodos de tradición familiar tan populares por estos lares donde en tiempos era la única herencia que dejaban algunos padres, que pasó a ser popularmente conocido como “El Atacao” por su famosa proclama de que estaba “atacao de millones”. Y es que también hay una versión vulgar del lenguaje milloneril, máxime tras la repentina escalada social de dudosos personajes con la fea costumbre de visitar a sus clientes potenciales provistos de bolsas de basura con incierto contenido (quede claro que incierto solo en lo cuantitativo). 

Es notable que algunos presuntos miembros de la “primera decila(*) fiscal” han conseguido incluso su propia Física. En uno de esos programas en lo que, no se engañen, casi todos los que salen son falsos miembros del citado colectivo que lo único que pretenden es vender alguna disparatada casa, hemos llegado a escuchar al consorte de una política en ejercicio (nos apuntan que ya en grado de ex), para mas señas arquitecto de profesión, replicar a las dudas sobre las dificultades de calefactar con suelo radiante un salón de mas de seis metros de altura con un categórico "al menos los dos primeros metros se calientan con cierta facilidad". Ahí aprendimos que en la Física de los presuntos millonarios los fluidos mas calientes no ascienden hasta superponerse a los mas fríos. No queda sitio para los globos aerostáticos en el exclusivo mundo de los reactores privados. No nos extraña que la gente mate por acumular pasta, hasta las leyes naturales se ponen a tus pies. Así, cuando se colonice el espacio, los mas ricos podrán permitirse el lujo de que sus enfermedades cursen sin gravedad. Pero nos estamos adentrando en el territorio de los juegos de palabras que en nuestra televisión ha sido intensamente cultivado en los últimos tiempos por José Mota. Queden para otro día porque hoy no estamos a Rolex sino a setas.

 ¿Alguna propuesta para lo que se ve en la foto con la que cerramos? Ya sabemos que rápidamente se vienen a la mente palabras de uso común, pero estamos pensando en definir con mas precisión una subcategoría que incorpore matices como un inadecuado uso de la tecnología, el claro desprecio para los usuarios de la vía a quienes se retiene en caravana y la asunción de ciertos riesgos de amputación.

i-memo, en asturiano i-babayu, ya se nos ha ocurrido a nosotros.



(*) nótese que no es anagrama de "delicia" por una sola i.



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