sábado, 27 de julio de 2013

Corporativismo, periodismo acrítico y Constitución

Es de bondadosa naturaleza desear que el mas débil, en este caso el maquinista del accidentado Alvia, no sea quien cargue con la culpa, o al menos con toda, del luctuoso siniestro de Santiago de Compostela, pero mal servicio al común es que ese empeño se cobre como precio la verdad. "De 200 a 80 son 120 kilómetros/h de diferencia, creo que es un descenso muy brusco para que no esté señalizado de alguna forma que te obligue a bajar la velocidad" es el extracto de las declaraciones del maquinista Manuel Mata que ha tenido más éxito entre los miembros del gremio periodístico, hasta el punto de que nuestra querida LNE lo llevó a titulares con una inoportuna reducción a los siguientes términos: "De 200 a 80 son 120 kilómetros de diferencia, creo que es un descenso muy brusco para que no esté señalizado". Se deja así el lector tentado a pensar que los trazados ferroviarios carecen de señalización y los maquinistas tienen que saberse de memoria las especificaciones de los trayectos que realizan. Nada mas lejos de la Verdad que es la señora a quien buscamos y que, muy posiblemente, no encontraremos porque nuestra Constitución así lo facilita. Cada cosa a su tiempo.

Si las declaraciones del maquinista Mata pecan de imprecisión porque utiliza el concepto señal con el menos intuitivo significado de electrónica que, como bien añade, "obligue", palabra muy inoportunamente suprimida del titular, al tren a reducir su velocidad sin intervención del conductor, la falta de matización periodística lleva fatalmente al error de interpretación. Esto es el periodismo acrítico de corta y pega que de vez en cuando tenemos que fustigar. Es por vuestro bien amigos.

Como ayuda para evitar nuevos errores en las crónicas vamos a aprovechar para advertir a los plumillas de la costumbre ferroviaria de llamar coches a los vehículos destinados al transporte de pasajeros mientras que vagón se reserva para los de mercancías. Así que cuando escuchen que hay coches tirados sobre la vía no busquen lo que su intuición les apunta.

El caso es que la rueda de prensa del sindicato de maquinistas Semaf ha estado muy en línea de lo esperable porque en estos casos la llamada solidaridad se impone habitualmente a la veracidad. Mayor equilibrio habría dado un "Hay que esperar a que se esclarezcan las causas de lo que parece un fatal error humano", pero estamos acostumbrados a que ello pudiera considerarse falta de la identitaria solidaridad sindical, aunque sea en detrimento de la otra solidaridad, la expresada a los familiares de las víctimas en una nota de prensa que tenemos para nosotros que hubiera agradecido un poco menos de emotividad y algo más de objetividad. Compárense con las declaraciones de los presidentes de Renfe y Adif. ¡Ay!, esos empresariones despiadados siempre cargando contra los trabajadores.

También era inevitable las referencias a la falta de señalización ERTMS, para entendernos la mas moderna y completa, pero este asunto nos lleva al terreno de las oportunidadess perdidas. Qué profesional y responsable habría quedado poder exhibir ahora una requistoria escrita realizada a la empresa antes de la tragedia exigiendo la mejora de la seguridad en lo que ahora todos parecen coincidir en que era un punto negro. A buenas horas.

Un tema para la reflexión derivado de lo ocurrido es el perverso efecto que pueden tener las medidas de seguridad automáticas al provocar la relajación de la atención de  los operadores humanos al confíar en su actuación supletoria. Ya lo vimos en el accidente de Spanair de Barajas donde poco comprensiblemente se intentó despegar con una inadecuada configuración de las alas que no aportaba la sustentación necesaria. Y eso que ese ajuste debe ser comprobado conjuntamente por el piloto y copiloto sobre una lista escrita.

Un último apunte merece la negativa del maquinista a declarar, se nota que han entrado en juego los abogados. Otro día volveremos con mas detalle sobre el derecho a mentir que nuestra Constitución concede a los imputados, pero no descarten que esto acabe en un ataque epiléptico como en los casos de varios conductores "kamikazes" posteriormente indultados por Gobiernos de diverso signo. Las triquiñuelas legales son limitadas y un punto repetitivas.

Nos tememos que Doña Verdad va a tener dificultades para comparecer en este caso.



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