martes, 11 de junio de 2013

Vetusta fiel a su nombre

La selección por Leopoldo Alas de una denominación derivada del latín vetustus, anticuado, era una referencia a su visión de las cualidades morales de la sociedad que lo poblaba, la cual lucía rasgos tan notorios como la falsa religiosidad o la hipocresía, asunto este último en el que poco hemos avanzado si es que no hemos retrocedido.

Nuestros gobernantes locales, siempre tan atentos a las tradiciones, parecen haber querido ampliar el espectro semántico del nombre inventado por Clarín con algunas de sus decisiones sobre el amueblamiento de la urbe. Efectivamente, Asturias forma parte de la llamada "España caliza" que adquiere su máximo esplendor en el incomparable tallado de los Picos de Europa, el bello fruto de la solubilidad del carbonato cálcico en el agua, característica que favorece la acción del líquido agente moldeador del paisaje. Como contrapartida todos los conservadores de monumentos e incluso algunos arquitectos e ingenieros saben que el paso del tiempo tiene terribles efectos en las construcciones realizadas con materiales calizos como podemos comprobar en esta ventana de la Cámara Santa de Oviedo.



No contentos con los problemas de conservación de nuestro calizo patrimonio histórico los gestores de la cosa local escogieron materiales de autóctono origen (sólo en parte, que hasta de Navarra parece que los traen) lo que básicamente tiene dos consecuencias. La primera es que coste de mantenimiento del metro cuadrado de solado ovetense debe ser de los mas altos del mundo, como acredita la frecuente presencia de abujardadores en nuestras calles que ya hemos documentado en alguna otra ocasión. Y la segunda es que aún así, el rápido borrado de esa rugosidad por acción del habitualmente lluvioso clima que nos da el nombre de Costa Verde provoca que las culadas callejeras no sean infrecuentes por estos pagos.

Tendemos a pensar que entre las labores de la oposición municipal (el psoe desde 1991), máxime cuando se ejerce con apropiación de valores como el progreso, debería estar contribuir a sacar de esos errores a los miembros del equipo gobernante. Pues resulta que en lugar de plantear cambiar los inapropiados materiales de nuestro friable y resbaladizo centro histórico, lo que ha propuesto el GMS (Grupo Municipal Socialista) es proteger los fósiles presentes en algunas de las baldosas utilizadas. Les recomiendo la lectura de la reseña íntegra porque no tiene desperdicio, pero vamos a permitirnos destacar esta noble afirmación: “se trata de fósiles que tienen gran valor y que podrían haber desaparecido si lo hubiéramos advertido”(sic, con una faltante negación). O sea que compramos baldosas para protegerlas. Pues vaya negocio. Lo del gran valor es como lo de la vida que retóricamente se dice que no tiene precio, pero cuando alguien se muere las compañías de seguros la tasan al céntimo. Pues igualmente, por poco dinero, los concejales de los grupos que aprobaron la medida, que parece que fueron todos, ¡cómo dejar de sumarse a evitar la destrucción de fósiles!, pueden forrar sus casas de piezas de muy superior calidad a las que la ciudad tienen por los suelos. Como la ignorancia es la madre de todas estas tonterías, no faltarán buenas y crédulas gentes que entiendan que se está haciendo una labor equiparable a la recuperación de los pandas, ya el cronista de La Nueva España que reseñaba la noticia el pasado domingo entraba al trapo con un impagable "estas auténticas joyas hechas fósiles". Algunos en cuanto se salen de los entrecomillados la arman.

El caso es que parte del solado ovetense luce como puede apreciarse en la imagen que sigue, y aún tenemos miedo de que venga el "Tío de las Prohibiciones" y nos multe por plantar en el recuadro nuestras destructoras suelas. Ni siquiera la satisfacción de que nos hayan copiado por la vía de lo hechos el título de nuestro apunte de febrero anteriormente enlazado nos consuela.


A ciertos ciudadanos lo que nos gustaría es que entre gilipollez y gilipollez alguien se ocupara, por ejemplo, de comparar las denuncias por resbalones que sufre nuestro consistorio y las que reciben otros situados en la "España granítica" de similar pluviometría, mísmamente por la parte de Galicia. A ver si sacan alguna conclusión.

Lo malo es que casi siempre se encuentra el consuelo de los tontos por vía de una memez superior. Así en la turística localidad de Víavelez han tenido la genial ocurrencia de utilizar como solado, afortunadamente con muy limitada extensión, la muy autóctona pizarra. Prueben a subir alguna de esas rampas en un día lluvioso.


Volvemos a Oviedo porque no contento con el desaguisado del suelo, el Alcalde castigado con una prejubilación como Delegado del Gobierno, cuando es bien sabido que lo que le gustaría es estar atendiendo su querido negocio caballar, y hay que ver como ha caído la afición a la hípica entre los proveedores municipales desde que no está, también decidió, y eso que es ingeniero, implantar las técnicamente obsoletas farolas alfonsinas. Y lo hizo no sólo en el casco histórico, sino en todo el municipio, con el conocido resultado de que ahora sólo podamos permitirnos encender una de cada tres de sus muy ineficientes luminarias. Tal fue la pasión alfosinista que probablemente seamos el único municipio del mundo que ilumina su campo con tan bello como actualmente poco adecuado ornamento. Vean cuanta hermosura.




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