jueves, 2 de mayo de 2013

El cambio


El cambio es el gran "mantra" de la política española, en la que el caso es cambiar aunque no se sepa hacia dónde. Bueno, algunos sí lo tiene claro, probablemente porque entre sus escasas lecturas debió caer alguna recopilación inclusiva de la brillante reflexión que llevó el nombre de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (el apellido es Tomasi, el Principado de Lampedusa es un título nobiliario de origen eclesiástico; la abundancia de estos principados justifica que Maquiavelo les dedique el capítulo XI de "El Príncipe") al menguado bagaje cultural de algunos personajes no especialmente caracterizados por lo sólido de su formación. Como ya sabrán de que aforismo estamos hablando, se lo recordamos en italiano, tal y como fue puesto en boca del personaje Tancredi Falconeri en la novela que toma su nombre del felino (llamado serval en castellano, aunque deliberadamente se tradujo con un neologismo) que aparece en el escudo de la familia Tomasi en la que está inspirada la que protagoniza la única novela de este autor: Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi.

El "gattopardo" del escudo de los Tomasi

Esta introducción viene a cuento de que las reivindicaciones sindicales típicas del Primero de Mayo han sido sintetizadas por algunos medios (de comunicación, por la figura llamada antonomasia) con un "UGT y CCOO exigen cambios". Lo simpático es que al frente de la pancarta está quien es dirigente de UGT desde 1994, quien, como ya hemos comentado en una entrada anterior, sólo puede desempeñar ese cargo gracias a la irretroactividad, en este caso por minutos, de muchas normas (no todas, no caigan en ese frecuente error). Todo un ejemplo de cambio.

18 días separan estas fotos: hoy exijo cambio, ayer no tocaba

Es conocido que el sindicalismo en España es dirigido por una pareja de hecho, y el compañero desde 2008 del incombustible "Secretario General por minutos" es el ferrolano Ignacio Fernández Toxo. Es proverbial la alergia de ambos a la corbata, aunque en el caso del segundo, quizá por sus comienzos laborales en Bazán, es conocido que esa prenda que no encuentra justificado usar para visitar a los Presidentes del Gobierno de turno, sí que la utiliza para asistir a la Cena de Gala que en los cruceros es costumbre que presida el capitán de la nave. Ahora que ya parece un crucerista experimentado sabrá que en la era de los macrobarcos se hace la vista gorda con la indumentaría, máxime en los de Pullmantur, porque lo que no se le puede acusar es de ir en plan lujo como otros, y es perfectamente posible ir a las cenas igual que si fueran en La Moncla.

Imágenes tomadas del muy recomendable blog de Santiago Gonzalez

Este tic relacionado con la etiqueta bien podría ser la versión 2.0 del "Respice post te, hominem te esse memento" (“Mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre”) con el que era costumbre que un esclavo incordiara al militar victorioso que en la antigua Roma era agasajado con la ceremonia del Triunfo. Una notable diferencia es que de aquella celebración se salía "Vir Triumphalis" y de su moderno remedo lo que se sale es Consejero de Estado. Por lo menos está mejor pagado.

Pero si de cambio venimos hablando, lo que nos parece un descuido imperdonable es que el Psoe no registrara el uso de la palabra que aupó a Felipe González a la Presidencia del Gobierno en 1982. Con ello permitió que en 2011 algún jefe de campaña del PP les fusilara el concepto que tan productivamente (en escaños) se había apropiado la izquierda. El caso es que a Mariano también le funcionó y por ello no hemos dudado en calificarlo al comienzo de este apunte como el "mantra" de la política española. Por cierto que , en la definición del concepto, vemos más fina a la Wikipedia ("los mantras son recursos para proteger a nuestra mente contra los ciclos improductivos de pensamiento y acción"; "los mantras sirven para enfocar y sosegar la mente") que a nuestra Real Academia.


Ya que nos hemos ido hasta el año 82, no podemos olvidar que el hombre fuerte de aquella exitosa campaña socialista fue Alfonso Guerra. Este si que ha sabido aplicar bien las enseñanzas de Lampedusa porque, aún con el lío de "suhemanno" por medio, es Diputado en Cortes ininterrumpidamente desde el 15 de junio de 1977, o sea que en un par de meses cumplirá 36 años en el cargo. ¡Por el cambio!



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