lunes, 1 de abril de 2013

Los "griposos" o la incitación a la mentira

En la particular opinión de quien les escribe una de las claves del decaimiento moral que vivimos es el asentamiento de la aceptación social de la mentira. Mirar para otro lado ante engaños evidentes se ha convertido en una práctica habitual, particularmente querida por la clase política que parece haber acogido como valor primigenio el "prietas las filas".

Sirva como ejemplo el reciente caso de un diputado pillado con una kilométrica mentirijlla, el diminutivo viene a cuento por tratarse de un caso no especialmente grave por el huevo (para huevos los que crían por Andalucía), aunque sí por el fuero. Ante esta situación los miembros de su grupo tenían dos opciones: reconvenirle, exigirle que devolviera lo ingresado indebidamente y pidiera públicamente perdón, lo que habría merecido un generoso paso de página o, la que inevitablemente se ha producido, acusar a quien ha destapado la tropelía de filtrar información reservada y añadir el sempiterno "y tu más" tan habitual en el debate político. Aunque con los datos el caso al que nos estamos refiriendo es evidente, no personalizo porque el comportamiento habría sido exactamente el mismo en caso de que se hubiera invertido el signo político de acusado y acusadores. En definitiva hay un comportamiento "de clase" que prioriza a cualquier consideración ética la defensa del compañero, el famoso "prietas las filas" a que nos referíamos anteriormente y que el diputado perpetuo Alfonso Guerra sintetizó a partir de sus consecuencias con el conocido "el que se mueve no sale en la foto".

Lo mas grave es que parece que no contentos con su incapacidad para depurar sus códigos de conducta, nuestros políticos quieren corromper un poquito mas al conjunto de la población, en el caso particular que hoy nos ocupa al subconjunto de los servidores públicos. "Griposos" es el festivo nombre que han recibido los nonatos (aunque parece que verán la luz con efectos retroactivos) cuatro días que podrán disfrutar los funcionarios y asimilados de la administración asturiana. Lo indignante es que aunque sólo podrán cogerse por motivos de salud, ello no conllevará la necesidad de tener que presentar justificante médico alguno, puesto que bastará con la declaración "responsable" suscrita por el interesado. ¿Cabe mayor incitación a la mentira? Incluso para gentes de moral extraordinariamente severa ¿quien no acaba convencido de tener un incapacitante malestar si se empeña? Y no olvidemos que las gentes cumplidoras que decidan coger la baja verán mermado su sueldo. Para nuestros dirigentes estas son las medidas que van a contribuir a regenerar este decaído y bastante mas corrupto de lo que se creía país.

No podemos dejar de referir la aportación sindical con la afirmación (citamos la noticia de El Comercio) de que a excepción de Sanidad y Educación (se callan que esto supone nada menos que el 80% del empleo público), en el resto del funcionariado «es práctica habitual que no te exijan un justificante médico cada vez que te ausentas unos días por enfermedad». O sea, que en lugar de denunciar el incumplimiento de la legalidad vigente lo que se trata es de oficializarla. Otros que están en el buen camino.

Si se estima oportuno ampliar los días que pueden ausentarse los servidores públicos, hágase, incluso llamémoslos "javierosos" si ello fuera menester, pero, por favor, no se estimule la mentira ni se disfracen las estadísticas laborales.

¿Seremos ya tan pocos los que así pensamos?

Eso sí, después de votar el desatino que hemos comentado lo que toca es mostrarse muy políticamente correcto e indignarse por la escena que se recoge en la imagen que sigue, sobre la que se han vertido arroyos de tinta este post-fin de semana. Esto no es escandaloso, símplemente es estúpido. Resulta de la máxima importancia la correcta gradación y priorización de los asuntos. Escandaloso es lo de los "griposos".


Peter Sagan haciendo el imbécil en el podio del Tour de Flandes que ganó Cancellara
Que cierto es aquello de que más vale caer en gracia que se gracioso, y el eslovaco Sagan ya acumula un cierto historial de majaderías, porque han sido muchas mas sonrisas que críticas las suscitadas por el azote que propinó el corredor francés Eric Boyer a una espectadora en el Tour de Francia de 1992 ante la divertida mirada de Miguel Indurain (el otro corredor de Banesto es el francés Armand de las Cuevas). Cierto que eran otros tiempos en el asunto del politiqués.







1 comentario:

  1. No es nada tan grave, ni mucho menos, que el eslovaco haga ese gesto bromista, ni que Indurain se ría, parece como si le molestara o le pareciera censurable que el gran campeón español sonriera ante la grata imagen de esa cachonda.

    No me parece mal ni siquiera la cachetada que le da Eric Boyer, y tampoco parece, de hecho, que a la chica le incomode. Joder, si se ha puesto ahí para exhibirse.


    En fin, lamentables sus críticas

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